Estamos sin líderes; de Obama a Berlusconi
El mundo convulso en el que vivimos está enfermo y falto de liderazgo por doquier como muy bien lo sabemos en España. O se aprecia en la crisis italiana de Berlusconi, o en el diletante y a veces confuso discurso de Obama que ayer pedía a los iraníes que se rebelen contra su gobierno islamista a favor de la libertad, siguiendo los pasos de Egipto –donde EE.UU. ha dado pruebas de confusión-, pero ese llamamiento al pueblo iraní, que está muy bien, no lo repite el presidente de Estados Unidos para apoyar levantamientos similares contra las dictaduras medievales de Arabia Saudita, o los emiratos del Golfo Pérsico, o los autócratas de Argelia, Libia o Marruecos, confirmando que el discurso moral americano tiene un precio ligado y muy similar al del barril del petróleo.
Lo de Silvio Berlusconi es mucho peor y se acerca a su patético final, encausado por un tribunal de Milán que le acusa de prostitución de menores y abuso de poder y lo juzgará el próximo 3 de abril si es que antes de esa cita el falso “Cavaliere”no saca de la manga un nuevo truco para obstaculizar al poder judicial. Aunque el pueblo italiano que ha reído su machismo y golfería empieza a reaccionar, y la marca de Berlusconi se cae en las encuestas y huyen sus aliados, a pesar que el centro ni en la izquierda italiana se ve un liderazgo capaz de tomar el relevo. Al final han sido las mujeres italianas las que, al margen de la política, han salido a la calle y puesto a Berlusconi contra la pared.
En Europa nos salvan la cara y están al mando Merkel y Sarkozy, mientras Cameron hace carrera; en China todo sigue siendo un misterio; en Rusia Medvedev no logra zafarse de la sombra oscura de Putin; Brasil a perdido a Lula; y poco mas tenemos que señalar del liderazgo en el mundo. Y no digamos si hablamos de España donde el presidente Zapatero tiene un índice de desconfianza del 80 por 100, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, del 78 por 100, sin que se vea una figura emergente, sólida y de claro prestigio nacional e internacional.
Por todo esto no es de extrañar que los idiomas italiano y español –el nuestro el segundo de mayor expansión en el mundo occidental- hayan sido excluidos en la UE para los registros de patentes, sin que a Zapatero se le haya caído la cara de vergüenza. Lo ocurrido tiene cierta lógica una vez que Zapatero consiente el acoso y marginación del idioma español en Cataluña, impone la traducción simultánea en el Senado nacional, y se presenta por los pasillos de la UE con cinco lenguas que, salvo el castellano, carecen de una verdadera proyección nacional o internacional.
El caso Berlusconi es asombroso porque ha liderado en estos años la prostitución del poder y las instituciones italianas, amen de la de sus bacanales como menores y amigas de todo pelaje. Y todo ello sin olvidar su casi monopolio de la televisión –que ha exportado a España con su peor telebasura-, y sus escándalos de corrupción que a la espera están de procedimientos judiciales que no tardarán en llegar.
Lo de Obama es otro cantar porque el presidente se mueve con dificultad en el alambre de la ambigüedad. Queriendo por una parte jugar al progresismo como hace ante Irán, y por la otra a pragmático emperador como se presenta ante “sus dictadores”y aliados del imperio. Un día vemos al Obama “multilateral” y otro al “unilateral”. Un discurso de doble faz que en Estados Unidos, donde sabe conectar con su pueblo, lo puede dominar o equilibrar pero que en la escena internacional se aprecia como una flagrante contradicción.
Siempre se ha dicho que en las situaciones de emergencia es cuando los líderes hacen su aparición. Pues a la espera estamos y en España con mayor motivo, porque aquí ese legendario y misterioso “caballero blanco”es una imperiosa necesidad.