La diplomacia del talante de Zapatero
No se entiende bien el extraño viaje relámpago de Zapatero a Libia para que Gadafi le dé las gracias por la mediación española en el conflicto diplomático que Libia mantuvo con Suiza durante los últimos meses. Las gracias se pueden dar por teléfono, por muy especial que sea el líder libio, lo que hace pensar que había algo más. Puede que, como lo reconoció Zapatero, se trataba también de pedir la mediación de Gadafi en favor de los españoles secuestrados por Al Quaeda en Mali, un problema que querría solucionar el ministro Moratinos lo antes posible, no vaya a ser que sea relevado del gobierno –y sustituido por Javier Solana, como se va diciendo por ahí- en las próximas semanas y dejando tras de sí ese borrón.
En efecto es posible que el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, deje pronto sus funciones de jefe de la diplomacia española si se confirman las noticias de la crisis del gobierno que el presidente Zapatero llevará a cabo en las próximas semanas. Ello sería bueno para Moratinos que obtendría un destino más tranquilo –probablemente una embajada- y bueno también para España porque los más de seis años de la presencia de este político al frente de la diplomacia española no han traído nada bueno ni nuevo. Más bien al contrario la imagen de España en el mundo, y en especial en nuestro entorno europeo, se ha deteriorado sensiblemente, aunque no por la culpa exclusiva del ministro sino por los graves errores del presidente Zapatero a la hora abordar la crisis económica y financiera internacional.
Aunque Moratinos tiene su parte de responsabilidad sobre todo por causa de las mas que fallida presidencia española de la Unión Europea donde se pretendió poner en marcha una demencial agenda de cumbres y entrevistas fotogénicas de alto nivel con las que Zapatero pretendía relanzar su deteriorado liderazgo por culpa de las mentiras y errores ante la crisis. Pero al contrario de lo esperado, la presidencia española sirvió para poner en evidencia e incluso en riesgo el alto déficit público y privado español, la enorme cifra del paro de nuestro país y la ausencia de una política económica que esté a la altura del difícil momento español e internacional. De hecho han sido los líderes de la UE y de Estados Unidos los que ha impuesto a España desde el exterior una política de ajuste y control del gasto público, recortando “de facto” la soberanía nacional.
Si a ello añadimos que la cumbre de Granada euro marroquí se saldó con la ausencia del monarca alauita, y con una nueva reivindicación por Rabat de Ceuta y Melila; o la suspensión de la esperada visita de Obama a España durante la presidencia hispana de la UE; o la suspensión de la cumbre euro mediterránea; o las ausencias notorias de la cumbre de la UE y América Latina, veremos que el saldo de la presidencia española de la UE no es para presumir y desde España no ha salido fortalecida de su protagonismo en el seno de la Unión sino, todo lo contrario, señalada como un país con problemas.
Tampoco ha estado España presente en el 200 aniversario de la independencia de las repúblicas iberoamericanas, y en los últimos años se vivieron problemas diplomáticos con Venezuela (el “por qué no te callas del Rey a Chaves”), y no se han conseguido unos resultados importantes en la especial relación con Cuba con el sistema de cambio de presos por reconocimiento del régimen cubano, ni hubo acierto durante la retirada intempestiva de las tropas españolas de Kosovo sin concertación con la OTAN. Como no hay firmeza ni autoridad en la tensión con Gran Bretaña por las aguas de Gibraltar, o ante los continuos desafíos de Marruecos.
Ni siquiera la Alianza de Civilizaciones ha conseguido despegar. Más bien, al contrario, el que era “cómplice” de Zapatero en este invento, el primer ministro turco Erdogán se ha distanciado de esa alianza por causa de la agresión israelí a la llamada “flotilla de la paz” que pretendía llegar ayudas a Gaza como respuesta al bloqueo de Israel a ese territorio palestino. Incluso Zapatero no pudo asistir en Brasil a la famosa cumbre de su Alianza por los muchos problemas políticos y financieros que tenía en Madrid. Eso sí Zapatero consiguió el ingreso de España en el G-20 y la relación con Francia en la lucha contra ETA ha sido exitosa. Como buena es su relación con Obama y Estados Unidos, tras la frialdad que mantuvo con Bush por la brusca retirada de las tropas españolas de Irak, las que por cierto ha traslado y aumentado en Afganistán.
En cuanto a las mediaciones españolas en los casos de piratería somalí o del secuestro, aún en vigor, de cooperantes españoles detenidos en Mauritania y trasladados a Mali por un comando de Al Quaeda, tampoco estamos para presumir, aunque sabemos que estas negociaciones no son nada fáciles. En realidad, hemos pasado de la diplomacia atlantista y pro norteamericana de Aznar, con mucho protagonismo exterior pero con la ilegal guerra de Irak incluida (que tan cara le costó a Aznar, Bush y Blair), a la otra diplomacia del talante blando, más europeísta y progresista de Zapatero. En suma dos visiones contrapuestas y contradictorias de nuestra acción exterior que no nos ha traído nada bueno ni nuevo y que, por la mala gestión de la crisis económica, nuestra imagen en el mundo ha ido de mal en peor.