Por fin un respiro
Honduras no era un rival difícil y España cumplió y ganó (2-0) e incluso pudo hacer más y ello habrá subido los ánimos de millones de españoles, y con toda seguridad se ha creado un remanso o paréntesis de paz social y de una cierta esperanza de que la Selección nacional, La Roja, pase a los octavos de final. Y sabido es que en este país el fútbol y la política van muchas veces de la mano y que si las cosas salen bien el gobierno se va a beneficiar del optimismo que ello genera, de la misma manera que si La Roja va mal o sucumbe ante Chile el próximo viernes a Zapatero se le van a caer encima los pocos palos que aún quedan de pie en el sombrajo español.
Sin embargo ayer fue un buen día para todos, Zapatero incluido porque además de la victoria deportiva la Bolsa mantuvo su línea de optimismo y el presidente Obama ha vuelto a llamar al español para felicitarle por los ajustes del déficit y de la reforma laboral que ha puesto en marcha, y que ayudan a espantar el fantasma del rescate financiero español y el riesgo de la posible crisis del euro, y eso, unido a la bajada de la moneda china acordada por Pekín, a Obama le viene bien. Como le vienen bien a la Unión Europea y por eso Zapatero recibe felicitaciones del FMI, del BCE, de Merkel y de Sarkozy, poderosos pastores reunidos en el entorno del cordero español sacrificado en el altar del Euro. Y con él toda esperanza de recuperación del crecimiento en los próximos meses y ya se verá si años. Lo que significa que el paro lejos de mejorar caerá, porque además no hay liquidez en los bancos ni créditos para las empresas, ni gasto, ni horizonte azul cielo aunque se dice que llega el calor, al tiempo que nos acercamos a las vacaciones de verano que este año no serán tan rumbosas como en temporadas anteriores.
O sea, los mismos que apremiaban a Zapatero para ajustar del gasto social y hacer la reforma laboral ahora lo felicitan y le piden un esfuerzo más en el campo de las pensiones, por ejemplo, y en el gasto autonómico y local. Y así el presidente esboza una tímida sonrisa y se prepara para viajar a la cumbre del G-20 de Toronto donde llegará con mejor cara, convencido de que todo empieza a ir a mejor y de que tiene al alcance de la mano a los nacionalistas vascos del PNV y a los catalanes de CiU para convalidar ahora el decretazo laboral, y puede que más adelante también los Presupuestos Generales de 2011. Y piensa Zapatero que si consigue superar todas estas hercúleas pruebas entonces habrá conseguido salir del agujero en el que está y, en ese caso, intentar la reconquista de su base electoral volviendo a dejar al PP en la mayor soledad y con el temor de un descenso radical en los sondeos electorales lo que, de producirse, se volvería contra Rajoy.
Pero este cuento de la lechera que se cuenta en los pasillos de Moncloa no es tan sencillo y tiene obstáculos de alcance como la huelga general prevista para finales de septiembre que Zapatero, una vez regresado al optimismo antropológico, piensa desactivar quizás con la ayuda de un nuevo gobierno como el que podría poner en marcha en las próximas semanas por mucho que lo niegue. Porque ese cambio de ministros es una imperiosa necesidad que le exigen desde fuera de España, desde el PSOE y desde todos los rincones de este país. Con lo que la crisis del Gabinete llegará y con ella puede que algunos personajes de más peso político, y todo ello le servirá a Zapatero para sentirse más seguro de sí mismo y con posibilidad de continuar de aquí al final de la legislatura.
Aunque las variadas citas electorales que tiene por delante el presidente, empezando por las autonómicas catalanas (donde jugará un papel estelar el estatuto catalán que parece que votarán por última vez en esta semana los magistrados del Tribunal Constitucional), no le augura buenos vientos ni buenos resultados, y menos aún de cara a las elecciones autonómicas y municipales de la primavera de 2011.
Es verdad que la quietud del PP y el permanente silencio de Rajoy (quien da la impresión de que quiere decir algo positivo sobre la reforma laboral) también puede ser una cierta ayuda para la recuperación de Zapatero. Pero una cosa son los partidos políticos y la propaganda oficial y otra bien distinta los ciudadanos, y aquí incluidas las clases desfavorecidas y clases medias que son los pagadores de la crisis. Y estos colectivos y sus familias no van a perdonarle a Zapatero sus errores con la misma facilidad que se lo perdonan sus colegas europeos o sus compañeros de partido que, dicho sea de paso, están preocupados con el horizonte electoral.
Los ciudadanos de a pie, los que hoy están encantados con la Selección nacional de fútbol por su victoria merecida ante Honduras, cuando llegue la hora de votar y aún estemos en recesión, gracias a las recetas de Merkel y Obama, en ese momento si han votado alguna vez a Zapatero en una nueva oportunidad se lo pensarán, o no votarán, o votarán a IU, o a UPyD, y puede incluso que algunos al PP. Pero no parece que muchos de los votantes del PSOE del centro y la izquierda vayan a repetir su apuesta por Zapatero, salvo que estén entre su clientelismo del poder y del partido. Porque la recesión que los ha sumido en muy graves problemas familiares seguirá y la salida del túnel o los famosos brotes verdes no llegarán. O sea, un rayo de paz y esperanza en el mundial de Suráfrica, y un descanso y un respiro para el gobierno de Zapatero, pero poco más.