Tiempo de valientes
Como estamos en guerra vamos a entrar en combate. El canciller alemán Olaf Scholz es un cobarde que está financiando la guerra criminal de Putin comprando gas y petróleo a los rusos después de haberse negado -en un principio y como Sánchez-, a enviar armas a Ucrania porque la cancillería teutona, como lo ha denunciado el embajador de Kiev en Berlín, le dijo al diplomático ucraniano al inicio de la guerra que Zelenski no iba a durar más una semana frente a Rusia, y en ese caso no serviría de nada enviar armas.
O sea, que Alemania sigue financiando a Putin, para que los alemanes no pasen frío ni estrecheces, como las pasamos los europeos del Sur cuando en la anterior crisis financiera de 2010 mamá Merkel, que hablaba en ruso con Putin, nos impuso un ajuste fiscal demoledor mientras ella le entregaba, al oso de Moscú, el control del abastecimiento energético alemán.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, es otro artista que no se atreve a echarle un pulso Putin. Y lo mismo se puede decir del abuelito Joe Biden de los Estados Unidos, al que se le va la fuerza por la boca llamando a Putin ‘matón, asesino y criminal de guerra’ mientras el presunto emperador de Occidente mantiene acuarteladas sus legiones.
Menos mal que tenemos al inglés Boris Johnson que se ha plantado en Kiev para tomarse unos vodkas con Zelenski y ofrecerle tanques y misiles anti buques de guerra, saltándose el protocolo de la OTAN y ya veremos cómo se toma semejante audacia el Zar.
Y ahora nos acordamos que la UE necesitaba autonomía energética y nos asombramos al comprobar que Rusia se salta las sanciones a la torera. Entre otras cosas porque los demócratas occidentales no han sido capaces, ni han querido, acabar con los paraísos fiscales de todo el mundo y con las cuentas secretas de estos oligarcas de Putin, que tampoco son peores que los oligarcas occidentales que también disfrutan de esos paraísos fiscales.
Incluidos los de Suiza, Luxemburgo, Andorra, Jersey, Liechtenstein y todos los del Caribe y Asía donde se mueven ingentes sumas de dinero negro del que disfrutan personajes de todos los colores poderosos y los jefes del contrabando de armas (que se están poniendo las botas en Ucrania) y del narcotráfico. Así como los administradores de los ‘fondos reservados’ con los que se pagan las ‘guerras sucias’ de los gobiernos que aún presumen de transparencia democrática. Y todo ello con la ayuda necesaria de millones de sociedades pantalla ubicadas en Panamá y otras repúblicas bananeras.
La guerra de Ucrania está dejando al desnudo a las idílicas democracias de Occidente, la Unión Europea especialmente ahí incluida, y ello por más que se escandalicen Ursula y Borrell de los crímenes de Putin en las afueras de Kiev.
Y de España qué les vamos a contar. Pues que Sánchez acaba de besarle las babuchas al dictador Mohamed VI abandonando al pueblo saharahui, mientras sus socios y adversarios se conforman votando contra el pacto de Sánchez con Mohamed, y a otra cosa mariposa.
Un Sánchez que tiene en el Gobierno a varios ministros que apoyan a Putin, y que a la vez pretende presidir en la cumbre de la OTAN en Madrid sin que nadie en la Alianza Atlántica le exija coherencia gubernamental ante Rusia, porque en el fondo todos tienen muchas o algunas cosas que ocultar.
Luego llegan las duras imágenes de los 50 cadáveres esparcidos por el suelo de la estación de tren ucraniana de Kramatorsk, y de un pedazo del misil ruso con la canalla inscripción de ‘para los niños’ junto a un caballito de peluche manchado de sangre, y entonces ‘qué horror, qué horror’.
Y de nuevo aparecen serios y enfurecidos los portavoces de La Casa Blanca anunciando que, a partir de ahora, los dos primeros bancos rusos no podrán hacer operaciones con los EEUU. Y Putin muerto de risa en Moscú diciendo al abuelito Biden: ‘Joe mira como tiemblo’.
Y Feijóo, ¿Qué dice de todo esto el flamante nuevo líder del del PP y de la muy leal la Oposición española? Pues Feijóo nos dice que Sánchez es ‘muy cordial, que hay que bajar los impuestos y que él acaba de llegar de Galicia. O sea, la gallina. O quizás la ‘gallina ciega’ porque el gallego lo de la guerra de Ucrania le pilla muy lejos y por eso le ha dado carta blanca al presidente Sánchez para que haga, como en todo, lo que le dé la gana ¡Faltaría más!