Hace poco conté aquí la fascinante historia de cómo mi amigó lo abandonó todo por Toolea. Dejó su perfil empresarial en Facebook, descuidó LinkedIn y se volcó en la nueva y práctica red social para los negocios, con sus grupos organizados de trabajo y su red de expertos, en la cual, por cierto sigue escalando en una extraña escala de prestigio. Porque cuando mi amigo centra sus energías en algo, lo exprime hasta dejarlo tiritando.
Sin embargo, comentándolo con otros colegas, estos me hicieron ver en seguida el tremendo error en el que había caído, decantándose con tanto descaro por una única red social. Sí, tengo más de un amigo empresario, que le voy a hacer, pero él es el primero que conocí. Para mí, los demás son simples mercachifles que apenas pueden divisar su sombra allá en el horizonte. Aún así, estuvimos comentando los últimos movimientos de nuestro compañero de andanzas por Toolea, dando cuenta de que nuestras reuniones van cada vez a peor.
Yo les comenté el excelso elenco de posibilidades de Toolea. Ellos, aunque lo compartieron, rieron en carcajadas cuando supieron que el pobre hombre había dejado todo lo demás. ¡Cómo que ha abandonado LinkedIn! ¡Es un pardillo tres punto cero! Exclamó alguno, con notoria malicia. Por la argumentación posterior, no tuve más remedio que darles la razón y bajar un peldaño del altar a mi compadre, el gran magnate.
LinkedIn es una red social-laboral con más de ciento cincuenta millones de usuarios en el mundo. Ahí es nada. Solo en España cuenta con tres millones de usuarios, con lo que se convierte en la red social de negocios con más actividad. De apariencia más bien hosca, sin florituras y, en realidad, un tanto antiestética, es una red de lo más útil tanto para quienes están dentro del mercado laboral como para quienes han quedado fuera.
Lo cierto es que su faceta más conocida es -y más en España- la de buscador de empleo on-line. Pero desde hace bastante tiempo las posibilidades de LinkedIn para quienes ya tienen su empresa han crecido considerablemente. El primer paso fue poder crear una página de tu propia empresa dentro de la red social, en la que puedes aglutinar todos tus productos, los servicios que ofreces y comunicar en qué proyectos estás trabajando en cada momento. Con una buena red de seguidores, dada la gran cantidad de usuarios, se convierte en una herramienta propicia para vender marca. También pasó a ser, al mismo tiempo, una buena forma de integración de los empleados en una sede virtual.
Desde ahí LinkedIn ha expandido más allá de las fronteras de un mero buscador de trabajo. Puedes compartir información con otras empresas, de tu sector o no, y de alguna manera 'espiar' cuáles son sus razones de éxito o fracaso. También puedes posicionarte frente a tus competidores en el mercado. Aunque parezca una menudencia, en la red, el prestigio de una empresa se mide en seguidores, y en el flujo de información que es capaz de crear a su alrededor. Cuanta más gente te siga, comente y establezca ese feedback con tu perfil de empresa, más se abre el camino al éxito.
Además, huelga decirlo, el hecho de estar en LinkedIn tiene una connotación más profesional que la de aparecer -por mucho que sea como perfil de empresa- en redes como Facebook, más volcadas en la información personal. Eso sí, como todas las redes sociales empresariales, para estar en LinkedIn, o mejor, para triunfar en LinkedIn, hay que mantener una posición activa, fomentar el debate, responder a los seguidores. Son cuidados que exige cualquier empresa que quiera estar en Internet. En este tipo de redes sociales, o se está bien o mejor no estar. Aparecer a medias, sin contribuir al flujo de información, con una información pobre, y escasos seguidores contribuye a generar mala imagen.
Tras esta larga disertación sobre la vida, obra y milagros de LinkedIn (¿he dicho que nació en 2003?), me aportaron una última razón para constatar el error de nuestro querido -y desafortunado- amigo. LinkedIn abre oficina en España, algo lógico si se tiene en cuenta su influencia en el país, pero también es una señal inequívoca de sus intenciones en el territorio. De los tres millones de participantes en la red laboral, son cerca de trescientas mil personas las que han contratado los servicios de pago. Es cierto que entre esos millones de usuarios, muchos limitan su uso a echar un vistazo a las ofertas que le llegan al correo, y ni siquiera se preocupan por actualizar constantemente su currículum y bucear en todas las opciones que plantea la red social. Pero las pretensiones de la empresa, con su implantación física, son las de analizar el perfil de usuario e incentivar la actividad de quienes tienen una cuenta gratuita.
Aturdido por la avalancha de información y argumentos a favor de LinkedIn, acabé mi cerveza y me dirigí a casa de mi amigo con el logo de la tan mencionada red tatuado en el cerebro. Le solté todo el torrente de reproches, consejos y sarcasmos que habían surgido en torno a su figura en la pasada conversación y esperé su reacción. Él concluyó que, de ser así, lo único que cabía hacer era abandonar sus actuales actividades y volver a volcarse, como nunca lo había hecho, con su despechada LinkedIn. Que no, que no lo entiendes, se trata de estar en todas, le indiqué. No puedo siquiera describir la expresión de absoluto terror que se formó en su cara. ¡En todas! Creo que mi colega está dejando de ser el empresario polígamo que abarcaba todos los campos de la red. Ahora es hombre de una sola red social, de una sola página, un solo perfil, al que dedica todo su amor.
Vía | Tecnología Pyme