La compañía franco-brasileña parece decidida a figurar en el panorama linuxero por derecho propio y ya muy superada la crisis financiera que estuvo a punto de mandar al traste esta aventura empresarial hace ya un tiempo.
La nueva Mandriva Linux 2008 dispone de dos versiones: la 100% libre, Mandriva Linux Free 2008, que solamente incluye software libre pero justamente y por eso se pierde alguna oportunidad (como la reproducción de archivos MP3, cuyos códecs están sometidos a una restricción por patentes), y Mandriva Linux One 2008, la versión más potente en cuanto a términos de compatibilidad con hardware por incluir varios drivers propietarios.
Es precisamente en la cuestión de los drivers de hardware en la que Mandriva ha trabajado especialmente, añadiendo en esta versión controladores para tarjetas de sonido, gráficas de última generación y de red inalámbrica, siendo éste último el principal frente de batalla que tiene abierto el sistema operativo del pingüino, ya que la falta de drivers nativos para soporte de tarjetas de red sin hilos en una de sus principales lacras. No obstante, últimamente estamos viendo esfuerzos encomiables en este sentido.
En el terreno gráfico, Mandriva apuesta claramente por KDE como escritorio por defecto, pese a que incluye también el último Gnome (2.20). Los efectos 3D, tan de moda últimamente en los escritorios de todos los sistemas, los ponen Metisse y Compiz Fusion. El segundo, seguramente por moda, pero el primero porque es el proyecto que ha venido apoyando desde sus inicios, pese a que se ha quedado sola en este empeño.
Las herramientas de migración desde Windows también han sido muy trabajadas, ya que esta será una distribución utilizada principalmente en entornos domésticos y como substituta del entorno de Microsoft, por lo que migrar configuraciones y datos al nuevo sistema debe ser algo rápido y limpio. Así, diversos asistentes nos permiten migrar los favoritos, la configuración de red o nuestros documentos.
En definitiva, una buena opción para el escritorio que demuestra hasta donde puede llegar el buen hacer de una Mandriva que ya ha olvidado antiguos problemas y se centra con todas sus energías en un trabajo bien hecho.