¿Cuánto dinero piensas que se te escapa cada mes en pagar los distintos servicios de suscripción que tienes? Piensa de nuevo y, luego, comprueba lo que crees con la realidad. Echa un vistazo a tu historial de la cuenta bancaria o de la tarjeta y compara. Las estadísticas dicen que, posiblemente, lo que gastas en suscripciones es mucho más de lo que imaginas. ¿Por qué? Porque normalmente se trata de pagos pequeños de los que nos olvidamos y que, en cierta manera, idealizamos.
Pensamos que “son solo 10 euros” y vamos acumulando suscripciones. No recordamos que, en ocasiones, los precios aumentan y se siguen cargando en la cuenta bancaria sin que lleguemos a “grabar” en nuestra cabeza ese aumento de coste. Quizá, en tu mente, sigas pagando lo mismo por Netflix que hace tres años. Pero te tenemos que decir que, por desgracia, esto se encuentra lejos de la realidad.
Un reciente estudio realizado por C+R Research preguntó a los participantes exactamente la misma pregunta y se llegaron a conclusiones interesantes, así como preocupantes. La media se encontró en que los encuestados pensaban que gastaban unos 133 dólares menos que su gasto real. Un 30% de los participantes tenía una estimación errónea por una cantidad entre 100 y 199 dólares. Por lo tanto, se trata de cifras muy elevadas que dejan claro que, en algún momento, nos hemos llegado a perder en la marisma de suscripciones que existen actualmente y de las que dejamos de tener control.
La media indicaba que estas personas pensaban que estaban gastando unos 86 dólares en suscripciones mensuales, cuando realmente en su gasto llegaban hasta más de 200 dólares. Es posible que te ocurra algo parecido y que, como está ocurriendo en términos globales, hayas comenzado a gastar demasiado en servicios de suscripción.
El problema económico de las suscripciones olvidadas se eleva a una categoría superior cuando, por cualquier motivo, no tenemos ni siquiera tiempo (o ganas) de usar los servicios para los que estamos pagando. Podemos pensar que “son solo 10 euros”, como decíamos antes, pero si no estamos usando el servicio ¿Realmente merece la pena hacer ese gasto? Una de las alternativas más comunes en la actualidad son las suscripciones intermitentes en momentos determinados del año. Hay quienes prefieren pagar Netflix dos o tres meses al año y darse una buena panzada de ver series y películas, que pagarlo de forma mensual para no rentabilizarlo tanto.
Esto también ha demostrado que es la mejor técnica para evitar perder tiempo en contenidos que no habríamos visto si no nos estuviéramos presionando un poco para rentabilizar la suscripción que pagamos. Al hacer esto, podrías cambiar de servicio al que estás suscrito cada mes y así tener contenidos interesantes en todo momento. En la actualidad hay tantas plataformas de streaming que resulta un plan de lo más atractivo.
Un 74% de los encuestados en el estudio anterior, reconoce que “es fácil olvidarse de las suscripciones”. No obstante, hay que intentarlas tener bajo control, dado que vivimos en el mundo de las suscripciones. Ahora cada vez más cosas se ofrecen con suscripción, como el consumo de vídeo, de videojuegos o de música. Incluso están empezando a verse suscripciones de otro tipo, como de comida, con tarifas planas para determinados lugares o servicios por los que se paga mensualmente para no tener que preocuparse del volumen de consumo. Hay que tener cuidado con dejarse llevar por hacer suscripciones, porque, una a una, se van acumulando hasta forzar un gasto mensual que puede ser muy alto.
Otra opción para no tener tantos problemas es compartir las suscripciones. De todas formas, no todos los servicios ofrecen esta función. En algunos casos las suscripciones son personales y no se pueden compartir con otro individuo incluso si cuando se utiliza sea en momentos distintos. Compartir suscripción se ha transformado en una buena solución para parejas, familias o grupos de amigos que quieren ahorrar dinero sin tener que sacrificar el acceso a sus contenidos favoritos.
Netflix y los demás servicios de vídeo, como HBO Max o Disney, ya están empezando a visualizar una crisis en la que habrá una drástica caída de los suscriptores. La burbuja del streaming se ha llenado de forma escandalosa y lo más probable es que termine explotando no dentro de mucho tiempo. En las oficinas de Netflix ya se ha reducido la velocidad de crecimiento y la empresa ha tenido que comenzar con rondas de despidos para que, cuando la burbuja explote, la situación no sea tan dramática. Esto es algo que posiblemente también van a hacer otras de las plataformas, sobre todo aquellas que están viendo cómo quedan relegadas a un segundo plano.
Cuando la burbuja explote, los servicios de streaming posiblemente producirán menos contenido propio original y recurrirán más al catálogo y a los éxitos del pasado. De ahí que, por ejemplo, Disney Plus, sea reticente a incluir hoy día todas sus películas clásicas en el servicio. Lo más probable es que se estén preparando para cuando lleguen las vacas flojas.