Cada vez que el mercado de las criptomonedas, como ha sucedido a lo largo de 2022, sufre un severo batacazo, con la pérdida de más de 2 billones de dólares (el 75% de su capitalización en un año), surgen las inevitables comparaciones con el ‘crack’ de las ‘puntocom’, acaecido a principios del siglo XXI, cuando la quiebra del 95% de las empresas tecnológicas creadas bajo el paraguas de Internet dejó 5 billones de dólares de pérdidas entre marzo de 2000 y octubre de 2002.
Y en esa comparativa se tratan de apreciar similitudes y diferencias entre ambas inversiones especulativas, con muchas más circunstancias que las diferencian de las que las asemejan.
La principal semejanza entre las ‘puntocom’ y las criptomonedas se relaciona con la fulgurante aparición de empresas, en un caso, y de monedas virtuales, como Bitcoin o Ethereum, en otro (apoyadas estas por exchanges como Binance, Coinbase o Kraken), que, de la noche a la mañana, irrumpieron, al amparo de Internet, para provocar la locura colectiva de millones de inversores en todo el mundo, atraídos por no quedarse fuera de un incierto, pero suculento futuro tecnológico, que iba a traer consigo millonadas de beneficios.
Exceso de liquidez y crédito barato
Afán inversor sin una base sólida que, en ambos casos, vino provocada por la existencia de un exceso de liquidez por todas partes y por la abundancia de crédito barato alimentada por los bancos centrales.
En el caso de la irrupción de las empresas tecnológicas a finales del siglo XX, ese dinero inagotable se había aglutinado en las décadas de los años 80 y 90, gracias a una globalización que llenó los bolsillos de las clases medias occidentales y de sus multinacionales.
En España, tuvimos a Terra como la empresa tecnológica que mejor visualizó este auge y caída a los infiernos en un corto espacio de tiempo.
En noviembre de 1999, el portal salía a Bolsa con un precio de 11,81 euros por acción y, ese mismo día, cerró por encima de los 37 euros, con un avance del 185%. En febrero de 2000, los títulos ya alcanzaban los 140 euros. En apenas tres meses, la compañía se había revalorizado más de un 1.000%, con subidas diarias de entre el 10% y el 20%.
Finalmente, Terra sería comprada por Telefónica, mientras que la última cotización de la compañía se colocó en los 3,04 euros en 2005, seis años después de su estreno en el parqué.
Selección natural
Otra gran coincidencia entre las tecnológicas y las criptomonedas entronca con la ‘selección natural’ que se produjo entonces con las ‘puntocom’ y se está produciendo ahora con las plataformas de intercambio que dan cobijo al mercado de monedas virtuales.
De aquellas miles de empresas tecnológicas que intentaron hacerse un hueco en el incipiente mercado tecnológico, solo quedan hoy, dos décadas después, un puñado de gigantes, como Meta, Apple, Amazon o Microsoft, y todas aquellas sociedades satélites dependientes de estas.
Y lo mismo sucede con las criptomonedas, que ya ha visto cómo alguno de sus ‘gigantes con pies de barro’, como FTX, el tercer mercado de intercambio, se tuvo que declarar en bancarrota el pasado mes de noviembre y su fundador, Sam Bankman-Fried, acabó detenido en Bahamas y trasladado a Estados Unidos por supuesto fraude al vender productos no registrados.
Criptomonedas, sin hecatombe definitiva
A partir de aquí, una primera gran diferencia surge entre ambos mercados. Si bien no cabe duda alguna que se puede hablar de ‘crack’ de las ‘puntocom’, con esos 5 billones de dólares evaporados entre 2000 y 2002, en el caso de las criptomonedas todavía no se ha producido esa hecatombe definitiva, ya que a las grandes caídas acaecidas le han seguido grandes recuperaciones.
Así, un vistazo a la evolución de la capitalización de las monedas virtuales sirve para comprobar cómo en apenas seis meses, entre mayo de 2017 y enero de 2018, el valor de las criptomonedas prácticamente se multiplicó por 30, pasando de 30.000 millones a casi 900.000 millones de dólares.
Caída y auge de las monedas virtuales
En ese momento se produjo la primera gran crisis. En los cuatro primeros meses de 2018, la capitalización de las criptomonedas se desplomó un 70%, hasta los 250.000 millones, valor en el que, con pequeños altibajos, se mantuvo estable durante dos años, para seguidamente, en los catorce meses siguientes, entre julio de 2020 y noviembre de 2021, protagonizar la estratosférica subida, que llevó a estas monedas virtuales a capitalizar por más de 3 billones de dólares, con el Bitcoin, su principal referencia, cotizando cerca de los 70.000 dólares por unidad, provocando que los aventurados inversores iniciales en este mercado se convirtieran en multimillonarios en apenas cuatro años.
Desde entonces, la gran caída, que no ‘crack’ todavía, acaecida durante 2022, cuando el pasado noviembre las criptomonedas tocaban suelo en los 830.000 millones de dólares, tras haberse dejado dos billones en un año.
Ahora, dos meses después, queda por resolver la gran incógnita. Si la caída continuará hasta hacer que este mercado prácticamente se volatilice casi por completo, o si, por el contrario, el repunte que se está apreciando (hoy, las criptomonedas han vuelto a recuperar el billón de dólares de capitalización tras revalorizarse un 20% en el último mes), representa el inicio de un nuevo ciclo ascendente.
Regulación
Otra gran diferencia entre ambas situaciones es el de la regulación. Las ‘puntocom’ nacieron amparadas por el mercado financiero mundial, con empresas reguladas que salieron a cotizar bajo un mercado de referencia como fue el Nasdaq estadounidense.
En cambio, todo el ecosistema ‘blockchain’ se ha generado al margen de cualquier regulación, con prácticamente todos sus protagonistas fuera de los circuitos tradicionales de inversión, precisamente una de las causas que provoca su enorme volatilidad.