La crudeza del paro

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Los problemas laborales, el paro, el mobing en las empresas… son temas que desde siempre han atraído a los directores de cine. Algunos han decidido sacarle punta a estas situaciones y rodar tragicomedias, mientras que otros han optado por ser lo más fieles posible a la realidad y reflejar el drama en la gran pantalla.
En 2002, Fernando León de Aranoa sorprendía al público español con su film Los lunes al sol. La trama tiene lugar en una ciudad costera, del norte de España, que creció gracias a la llegada de la industria y atrajo a centenares de trabajadores. El problema se desencadena con el cierre del astillero. Todos los trabajadores se quedan en el paro después de que se cierre un convenio que consideran que no ha sido beneficioso para ninguno.


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Cinco Goyas. Ésta fue la recompensa por tan brillante película, sombría y dura. Mejor película, mejor director, mejor actor protagonista (Javier Bardem, que borda la interpretación), mejor actor de reparto (Luis Tosar) y mejor actor revelación (José Ángel Egido). Los protagonistas de Los lunes al sol se reúnen en el bar de Rico. Allí charlan sobre sus expectativas de futuro.
Los tres protagonistas se encuentran en una edad complicada para volver a encontrar un empleo. Real como la vida misma. Cada cual asume la situación de una manera. Santa (Javier Bardem) habla de sus ideales, aunque prefiere quedarse tumbado fumando y hablar de su tierra soñada, Australia. José lucha por reflotar la relación con su mujer. Sin embargo, su situación le quita todas las fuerzas. Y Lino se resiste a pensar que 49 años son demasiados, así que decide teñirse para ocultar las canas.

Crudeza y sensibilidad
se combinan dejando un sabor agridulce al espectador.