Desde que llegó el Euro, parecía que la inflación se había terminado para siempre. Por ello, muchas veces no se han preocupado por ella en los últimos años, dejando el dinero simplemente en el banco y despreocupándose. Sin embargo, las políticas de estímulo creadas para paliar los efectos de la pandemia han provocado una inflación no vista en las últimas décadas, las cuales ya nos preocupan.
Por ello, muchas personas ya se empiezan a preocupar por la inflación. De hecho, todo el mundo debería preocuparse y tener interés, ya que te afecta, quieras o no quieras. Si quieres aprender, estás de suerte, ya que te vamos a enseñar algunos pequeños trucos para proteger tu dinero de este fenómeno y evitar que pierda valor.
¿Cómo nos afecta la inflación?
La inflación es el aumento de precios de un producto de forma generalizada, es decir, cuando todos los precios suben en la economía. En España, la inflación la mide el Índice de Precios al Consumo o IPC, el cual en la actualidad supera el 10%. Eso significa que el coste de la vida es un 10% más caro que el año anterior, o lo que es lo mismo, que necesitas un 10% más de dinero para mantener el poder adquisitivo.
La inflación nos afecta a todos, ya que el dinero ahorrado pierde valor. Por ejemplo, si tienes 10.000 euros en el banco sin invertir y hay una inflación del 10%, tu dinero actual equivaldría a 9000 euros en el año anterior. Eso significa que, si mañana te los gastases, no podrías comprar las mismas cosas que hace un año, sino un 10% menos.
La inflación afecta de forma negativa a los ahorradores, pero de forma positiva a los deudores. Si alguien contrae una deuda, pero el dinero vale menos, su deuda valdrá menos. Por ejemplo, si debe 10.000 euros, paga 100 euros al mes para pagarlos y cobra 1200, pero le actualizan el salario al IPC para cobrar 1330 euros, seguirá pagando 100 euros al mes de préstamo, haciendo que le sea más fácil pagar la deuda.
Métodos para protegerte de la inflación
Ahora que ya sabes cómo te afecta la inflación, te vamos a contar cómo protegerte contra ella. En concreto, existen 4 grandes métodos para acabar con ella, unos más arriesgados que otros.
Proteger la inflación con un depósito a plazo fijo
El método menos arriesgado es invertir en un depósito a plazo fijo. En este caso, el banco nos dará una rentabilidad muy baja a cambio de dejar el dinero, pero esta rentabilidad estará respaldada por el banco central y estará asegurada.
Es un método mejor que tener el dinero parado, pero no suele darte una tasa de interés que permita compensar la inflación. Por ejemplo, en España el IPC es del 10%, pero los bancos te dan interés de apenas el 1% (aunque podría elevarse si se suben los tipos de interés). De este modo, no es la mejor opción para combatir la inflación, aunque es mejor que nada.
Inversión inmueble
En España, es habitual la compra de bienes inmuebles como casas, plazas de garaje o locales. Eso permite sacar una renta a cambio de un alquiler e incluso revenderlo a un precio superior unos años después.
La mayor ventaja de este sistema es que sí que suele protegerte contra la inflación, ya que hay correlación. Eso sí, tiene otros inconvenientes, como tener que pedir una hipoteca en la mayoría de casos, pagar gastos de mantenimiento y que son activos pocos líquidos, es decir, que cuesta venderlos para recuperar todo el dinero.
Activos de renta variable
La renta variable es un sistema que te da una rentabilidad que no está garantizada, pero que puede ser muy elevada en algunos casos. Generalmente, se hace a través de fondos de inversión o a través de la inversión directa en bolsa.
Si se hace bien, es la opción más rentable y suele superar a la inflación, aunque hay mucha volatilidad y mucho riesgo. Por ello, solamente se recomienda a perfiles financieros avanzados.
Cambio de divisas
En este mundo globalizado, algunas divisas pierden valor, pero otras lo ganan. Por ello, algunas personas deciden cambiar su divisa por otras más estables. El ejemplo más claro está en Latinoamérica, donde algunas personas cambian pesos por dólares. Otro ejemplo son las criptomonedas, aunque su elevada volatilidad y su carácter especulativo las convierten en una inversión de alto riesgo.