No es un mar pero algunos expertos dicen que se muere, que puede desaparecer dentro de 50 años, otros creen que no se extinguirá pero que está en una grave crisis ecológica. En realidad es un lago de agua salada, situado entre Jordania, Cisjordania e Israel, en el que desemboca el río Jordán, y se llama muerto porque en él es imposible la vida de seres vivos. Es el punto más bajo de la tierra ya que está situado a más de 400 metros bajo el nivel del mar.
La salinidad del Mar Muerto es unas diez veces superior de la mayoría de mares y océanos, debido a que las altas temperaturas del lugar hacen que se evaporen unos 20 mililitros de agua al día. Esta gran concentración de sal es lo que impide que te hundas o que puedas nadar y te permite hacer el muerto durante un largo rato o tomarte una foto flotando y leyendo el periódico.
Si lo visitas desde Jordania, tienes que pagar para entrar en alguna de las playas. Sólo hay una playa estatal que es la más barata. Las otras están gestionadas por hoteles privados. Si no estás alojado allí, la entrada es más cara pero ofrecen más comodidades (toallas, piscinas...). No es recomendable ir a otras zonas ya que después de remojarte es imprescindible bañarse con agua y jabón porque tienes la sensación de haberte metido en una lata de aceite y si además te untas con barro parece que lo hayas hecho en un barril de petróleo.
Su alto grado de salinidad hace que el agua tenga notables cualidades curativas, pero también hay que tener cuidado de que no te entre en los ojos ni que te toque una herida, porque puedes ver las estrellas. El barro es rico en minerales que le dan cualidades terapéuticas y funciona como un peeling natural. Por eso, hay muchos productos cosméticos fabricados con este lodo que se pueden comprar en cualquier sitio. En las playas también hay tiendas con una variada oferta de productos.
Fotos 1 y 3: ePublicist
Foto 2: Guiomar Pau