El himno español debe ser respetado
No entiendo la violencia. Partiendo de esa base no comprendo que alguien no pueda ir al fútbol tranquilamente con la bandera de su equipo, de su comunidad autónoma, de su país o de lo que le venga en gana siempre y cuando respete a los demás y no ofenda ni se meta con nadie. Tampoco entiendo que haya gente que vaya a un estadio a tirar botellas, pipas, trozos de bocadillos o a agredir a otras personas por el simple hecho de ser del equipo rival. Es de ser un cafre.
Y no comprendo tampoco que haya algunas personas que vengan a Madrid con más ilusión de llegar al Vicente Calderón y pitar el himno español, que es el himno del país en el que juegan esa copa que tanto ansían y luego no se cansan de celebrar cuando la conquistan, que de levantar el título. Si no te gusta no hace falta que aplaudas la melodía, pero tampoco que la pites o insultes a la gente que sí quiere escucharla, porque no todos los aficionados del Barcelona son nacionalistas catalanes y no todos los aficionados del Athletic son nacionalistas vascos. Vale simplemente con callar.
El fútbol es universal y hay culés en Madrid y ‘leones’ en Sevilla, por mucho que a algunos les moleste. Y lo mismo diría, palabra por palabra, si se pusiese el himno de Cataluña o de Euskadi. Si suena, todo el mundo debe respetarlo y escucharlo. La mejor forma de protestar no es hacerlo en un campo de fútbol. A mi tampoco me gusta el Rey, pero lo mismo me da que vaya al estadio que que opte por quedarse en casa. Si va, pues bien, que se siente rapidito para no perderse el partido y no centrar demasiado la atención, que los protagonistas están en el césped, pero no voy a ponerme en pie para insultarle.
Tampoco entiendo que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, haya autorizado una manifestación de La Falange justo el día en que miles de vascos y catalanes se pasean por la capital con sus banderas, porque ya no se trata de los derechos de cada uno a salir a la calle con lo que quiera, si no que es de cajón que puede haber enfrentamientos entre los más exaltados. Hace poco, ella mismo dijo que no podía prohibir una manifestación simplemente porque no le gustase la ideología de quienes la convocan. Muy bien, pero lo que hay que tener es un poco de cabeza.
Si esto sigue así, con gente más preocupada de tocar los cojones al personal que de disfrutar de la fiesta del fútbol seguiremos viendo imágenes como las de hace un par de meses en el Reyno de Navarra, cuando un grupo reducido de desgraciados del Osasuna (que nada tiene que ver con el resto de aficionados) agredió y amenazó a una familia de ecuatorianos que acudía al fútbol con sus hijos pequeños a ver al Real Madrid, con banderas de su equipo y sin hacer daño a nadie.
El respeto es la base del entendimiento entre los seres humanos, así que empecemos por el principio, viendo como algo normal que una persona acuda al fútbol con una bufanda del Athletic y una ikurriña en la mano y otra pueda ir al Camp Nou con una camiseta del Real Madrid sin que haya incidentes. Hace poco vi en San Mamés a muchos aficionados del Real Madrid sentados entre el público del Athletic y no pasó absolutamente nada. Demos ese ejemplo a los niños y no nos carguemos un deporte que puede llegar a ser muy bonito si todos ponemos de nuestra parte.
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