Consumismo desenfrenado
Después de Navidad, Santa Claus, el árbol, la cena, la comilona, el besugo, los canelones, Año Nuevo, las uvas, el champán, los Reyes, la cabalgata y los niños rampantes de juguetes, salgo a la calle el domingo después de Reyes y me encuentro las tiendas de Rambla Cataluña abarrotadas de consumidores quitándose productos de las manos: ¡Son las rebajas!
¿Cómo se puede caer tan bajo? No tenían bastante con el calvario o vía crucis enumerado en el párrafo anterior que, el día de terminarse este, se han de precipitar otra vez a las tiendas ¡porque les hacen rebajas! Viciosos yonquis de la compra, consumidores compulsivos: ¿con estos vamos a lograr un mundo mejor, más solidario, más igualitario?
¿Por qué tipo de valores se está moviendo esta gente? Se diría que el materialismo puro y duro. Tampoco vale extrañarse, la ciencia y la filosofía racionalista les asegura que solo lo material existe, ¿cómo no van hacer materialistas? Su único gozo se centra en consumir y, en algunos casos, los más lamentables, en consumir lo mismo a más bajo precio que el día anterior, que eso son las rebajas.
El gremio de tenderos hace lo que le corresponde, es negocio, pero el colectivo de compradores hace el idiota ¿Por qué nos comprar los regalos de reyes el día ocho de enero? Si ya tiene Santa Claus, el árbol, el fin de año. ¿Cuánto tiempo tardarán en percatarse del timo que están evidenciando las rebajas? ¿No se indignan por eso?
Habrá desigualdades de renta entre ciudades y aldeas y entre barrios de ciudad, pero de crisis, la clase media, que no se hable más. ¡Racionalistas, materialistas, consumistas!, patético.