Inmenso progreso
No sé por qué, esto del cambio de Rey le pone a uno pensativo, retrospectivo, volviendo al pasado más que avanzando al futuro, en fase de Almudena Grandes.
Y lo que veo es un inmenso progreso. De cuando yo era niño en los cuarenta aquí, el progreso de España ha sido: inmenso, impensable, incluso inesperado. De un país medieval con 70 por ciento de la población activa en la agricultura, a un país posindustrial, con el 70 por ciento en los servicios.
El undécimo país del mundo en renta per cápita y en producción industrial, con más AVES que Francia, con autopistas, hoteles de súper lujo y la mitad sur del país que vive del cuento con un 36 por ciento de parados. No sé si esto es lo que querían Angel Ganivet, Joaquín Costa, Unamuno y Ortega, pero me parece que se conformaban con mucho menos.
Insisto: la España que viví de niño y esto de ahora no se parece en nada, mejor dicho, se parecen solo en la mala leche y la envidia de sus pobladores, en lo demás son como una novela de ciencia ficción y la realidad en que se basaba.
Que siga la protesta, el podemos y la indignación porque todo es mejorable menos la autocomplacencia, pero permítanme que una vez, puestos a retrospectivar, constante el enorme salto adelante en tantas cosas: educación, medicina, vivienda, alimentación – y no digamos en cocina – urbanismo, libertades. Solo un dato: cuando pasé a la universidad, solo el 13 por ciento de los de mi edad estudiaban en la universidad. Ahora podrían ir todos si lo desearan. El analfabetismo es cero, los mendigos son de Rumanía, los de aquí son “amateurs”, ¡Qué baje Ortega y lo vea!.