Los Antisistema
Yo también soy antisistema porque creo más en el ocio que en el paro, en el hedonismo que en puritanismo, en la calidad que en la cantidad, en el ser por encima del tener. Contraje esas convicciones Berkeley con los hippies y no he tenido motivos para abandonarlas.
Lo que no contraje en California ni en parte alguna es el uso de la violencia como método reivindicativo. Los hippies usaban para manifestarse un tipo de huelga llamado Be-in que está etimológicamente más cerca de la raíz holgar. Como máximo llegaron a la resistencia pasiva de Gandhi, pero de ahí no pasaron. Lo viví en 1969 en el People’s Park de Berkeley.
Veo con estupor, porque pasé por allí el 29S como los okupas o antisistema, destrozaban escaparates en el Paseo de Gracia y quemaban mobiliario urbano. Bastantes encapuchados, muchos violentos y malas vibraciones por doquier. La policía de Saura mirando: que rompan cristales y se desfoguen, parecen pensar.
Me acordé del chiste irlandés del tipo que entra en el pub, se los encuentra pegándose y pregunta: ¿Es una pelea privada o puedo meterme?. Se diría que hay una población flotante europea de antisistema que se apuntan a las huelgas para disfrutar de una buena bronca, a ser posible con la policía.
Para cambiar un sistema hacen falta propuestas positivas, no destrucción. Los hippies aportaron alternativas a la organización familiar (comunas) , a la relación con la naturaleza (ecología) al respeto a las minorías (liberación gay o feminismo) , incluso a las creencias metafísicas (yogas orientales).
Las comunas no prosperaron y desde luego, nada ha sido capaz de sustituir el sistema de mercado y competencia, que es la base del actual sistema. Dado que no somos capaces de inventar uno mejor que este estado del bienestar capitalista, habrá que trabajar en mejorarlo, no en destruirlo. Sino, acabaremos como los Hermanos Marx quemando la madera del tren en que viajaban.