CASO RUBIALES

El día que Luis Rubiales avergonzó a toda España

Rubiales es la cabeza de un sistema caduco y es, precisamente, eso lo que debe evolucionar. Ahora la patata caliente cae en las manos del Gobierno que, tras la suspensión de la FIFA, tendrá que buscar la manera de inhabilitarlo. Lamentablemente, ya no será suficiente. Visto lo visto en la Asamblea, de no hacer nada más, el machismo que rezuma de comportamientos como el suyo y de sus consentidores se quedará entre nosotros.

El sancionable beso en la boca de Luis Rubiales, a Jenni Hermoso.

RTVEEl sancionable beso en la boca de Luis Rubiales a Jenni Hermoso.

“Ya he pedido perdón por el gesto. Y he explicado que el beso fue consentido. ¿Creen que eso merece esta cacería? ¿Esto merece mi dimisión? Pues les digo una cosa. No voy a dimitir”. A pesar de haber avergonzado a toda España, este viernes 25 de agosto Luis Rubiales se atrincheró en su despacho. Cinco veces repitió “no voy a dimitir”. Fueron 30 minutos de un discurso enajenado ante la Asamblea Extraordinaria de la RFEF en el que el presidente acusó “al amarillismo del falso feminismo, a Tebas y a los de siempre” de vilipendiarlo “por defender sus ideales”. Lo preocupante de todo este asunto es que no es consciente de lo que ha hecho y sus palmeros menos. Aunque hay quien se ha echado atrás tras la suspensión de la FIFA. Ya saben, como decía Groucho Marx: "Estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros".

Luis Rubiales se pasó por la entrepierna la presión social y la fuerza femenina. Se dio un baño de multitudes y aquí paz y después gloria. Su comportamiento cortijero en la Federación siempre ha estado apoyado por la mayoría de los capataces territoriales que como amo de la alquería puso, en su día, a dedo con un sueldo de más de 100.000 euros anuales. [Algunos, pocos, empezaron a dimitir tras la intervención de su jefe]. En pleno delirio chulesco, Luis Rubiales anunció una subida de sueldo para Vilda y para todo el equipo técnico femenino.

Que el presidente no haya dimitido ni haya sido fulminado por sus mayorales tras robarle un beso a una jugadora de la selección, tocarse los huevos delante del mundo entero y exhibir sus infamias sin entender la gravedad de sus actos, además de retratar al autor desvela sin pudor cómo se ha edificado y se sostiene la estructura del fútbol en este país.

Luis Rubiales, cabeza de un sistema caduco

Rubiales es la cabeza de un sistema caduco y es, precisamente, eso lo que debe evolucionar. Ahora la patata caliente cae en las manos del Gobierno. Tendrá que buscar la manera de inhabilitarlo. Lamentablemente, ya no se trata de quitarlo para poner a un heredero. El que él ha querido. El que colocó en la puerta de salida, justo en la reunión previa a la Asamblea cuando cesó a todos los vicepresidentes de la RFEF, salvo a Pedro Rocha. El presidente de la Federación Extremeña de Fútbol es el valido que ha señalado Rubiales para que le sustituya.

Ya no bastará con su cese. Visto lo visto en la Asamblea, de no hacer nada más, el machismo que rezuma de comportamientos como el suyo y del de los tiralevitas consentidores se quedará entre nosotros.

Rubiales vive hoy señalado por todo el mundo, menos por aquellos que llevan el machismo impregnado bajo la piel. Los suyos. Los mismos que empiezan a darle la espalda cuando la madre FIFA ha decidido suspenderle cautelarmente. Que nadie se fie de ellos. De momento, además de  la suspensión y las cuatro causas abiertas que pululan sobre su cabeza, también le persigue la Fiscalía, que anunció que iniciaba los trámites necesarios para investigarlo por agresión sexual en cuanto finalizó su discurso quimérico .

Estaba claro que Luis Rubiales no iba a dimitir. Hay mucho dinero en juego. En 2022 se subió el sueldo para cobrar 675.000 euros anuales. A esta cifra habría que añadirle los 250.000 euros que se embolsa de la UEFA y, como parece que no es suficiente, también recibe 3.000 euros más al mes para pagar la vivienda.

Luis Rubiales, presidente del la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), durante la Asamblea Extraordinaria.

Luis Rubiales, presidente del la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), durante la Asamblea Extraordinaria.

Una presidencia repleta de irregularidades

El 17 de mayo de 2018 sustituyó a Ángel Villar (otra pieza inclasificable) en la presidencia de la RFEF. Ese día se convirtió en el rostro de una institución privada con interés público gracias a la que ha paseado sus zafias formas de gañán por todos los palcos y los despachos del mundo. En nombre de la RFEF se ha codeado con grandes mandatarios a los que, a buen seguro, no se atrevió a achuchar como achuchó a la Reina Letizia, con los que tampoco fue capaz de extralimitarse como lo hizo con Jenni Hermoso, ni se los subió al hombro como si fueran fardos como lo hizo con Athenea del Castillo.

Ni las presuntas corruptelas, ni los supuestos viajes a costa de la Federación, ni las hipotéticas orgías, nada ha podido, de momento, con este personajillo que pareciera escapado de la saga de Torrente. Este patán, educado en la soberbia, no se ha enterado de nada. Se cree una víctima. Fue incapaz de abandonar su chulería de barra cuando publicó su trampantojo de disculpa por agredir a una jugadora plantándole un beso en la boca sin su consentimiento. ¡Qué decir de la justificación de la celebración del éxito de la selección femenina con sus goriladas genitales!

El siglo de las mujeres

No, ellas no ganaron por sus huevos, presidente; ellas levantaron la copa gracias a sus ovarios. A pesar de usted, de los malos rollos con el entrenador, de las diferencias abismales con la selección masculina y sin que hasta ahora las hayan respetado y tratado de manera profesional. Y si quiere hablamos de la prima que se han embolsado por ganar el Mundial. La mitad que la de ellos.

Esto solo es la punta del iceberg. Luis Rubiales es el abanderado de aquellos señoros que fueron educados en la cultura de quedar siempre por encima, golpeándose el pecho como los simios. Señoros que no entienden nada porque ellos jamás sufrieron en sus carnes situaciones como éstas. Las mujeres sí.

Y si no se lo creen, investiguen a su alrededor. Como mínimo, las mujeres hemos vivido situaciones parecidas más de una y dos veces en nuestra vida. Hubo un tiempo que llegamos a normalizarlas, hoy no. Porque, como dijo Pedro Sánchez en su discurso frente a las campeonas, “el siglo XXI es y será el siglo de las mujeres”. Se acabó el callar, el silenciar y el no pasa nada.

Seamos serios y hagamos un poco de autocrítica. A los clubes de fútbol, salvo Getafe y Osasuna, les costó entre tres y cuatro días alzar la voz contra los modales de chulo, déspota, faltón y sobrado de quien les representa. A los futbolistas, ídem. Los de la selección todavía ni han piado.

Solo las mujeres han sido capaces de plantarle cara. Ellos, salvo honrosas excepciones, continúan ocultos entre bambalinas. En la tarde del viernes las campeonas del mundo, además de otras 58 futbolistas, emitieron un comunicado a través de FUTPRO en el que señalaban que "todas las jugadoras que firman el presente escrito no volverán a una convocatoria de la Selección si continúan los actuales dirigentes". Ojo, en plural.

A las nueve de la noche, la protagonista emitió EL (con mayúsculas) comunicado definitivo. La campeona del mundo fue muy tajante. "Me sentí vulnerable y víctima de una agresión. Sencillamente, no fui respetada. En ningún momento se produjo la conversación a la que Rubiales hizo referencia y que, ni mucho menos, su beso fue consentido. De la misma manera quiero reiterar como ya hice en su momento que este hecho no ha sido de mi agrado (...) He estado bajo una continua presión para salir al paso con alguna declaración que pudieran justificar el acto del Sr. Luis Rubiales. No solo eso, sino que, de diferentes maneras y a través de diferentes personas, la RFEF ha presionado a mi entorno para que diera un testimonio que poco o nada tenía que ver con mis sensaciones".

Presión internacional

La mecha de este abuso tipificado en la normativa de la RFEF se encendió en las redes sociales. La tarde del domingo 20 de agosto los trinos de X echaban humo. En una esquina, los que denunciaban la actitud de machirulo de Luis Rubiales; en la otra, aquellos que no veían que fuera para tanto. La prensa tiralevitas y los lameculos futboleros entrevistaron al presidente que había usado su posición de superioridad para agredir a una mujer ante las cámaras de todo el mundo. Le reían las gracias y le apoyaban cuando calificaba de “tontos del culo y gilipollas” a aquellos que censuraban su actuación. Hubo quien se aventuró a decir en las ondas que “las mujeres que se cabrean” con esa actitud “porque nunca las habían besado”.

Luis Rubiales levanta sobre sus hombro a Athenea del Castillo.

Luis Rubiales levanta sobre sus hombro a Athenea del Castillo.

El día que Luis Rubiales avergonzó a toda España, medios impresos y digitales trataron el incidente de refilón hasta que la prensa internacional cargó en tromba contra el español. "Un desagradable recordatorio para muchos del sexismo que ha plagado al fútbol femenino", apuntaba The New York Times en un artículo titulado "Un beso después de ganar la Copa del Mundo que hace llorar". El diario deportivo francés L'Equipe destacaba en un artículo: “Besó a la fuerza a una jugadora en la boca. En España, nadie tiene conocimiento de un romance entre el jefe del fútbol español y la delantera de La Roja".

En Reino Unido los tabloides fueron más allá. Con la percha del abuso bucearon en el pasado de Rubiales. "El canalla que besó a la ganadora de la Copa del Mundo fue acusado de organizar orgías", titulaba The Daily Star. "Beso e infierno", apostó The Sun. "El beso del presidente de la Federación española de fútbol que desata la indignación", destacaba The Guardian. También tuvieron zascas para el español The Independent y el Daily Mail. La agresión corrió como la pólvora por el mundo entero.

Luis Rubiales, una disculpa patética

En plena vorágine informativa, Rubiales se vio obligado a pedir perdón públicamente. Lo hizo sin contrición. "Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo, con una magnifica relación entre ambos al igual que con otras. Donde seguramente me he equivocado, lo tengo que reconocer porque en un momento de máxima efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, ocurrió lo que ocurrió de una manera muy espontánea". Nada más que añadir. ¡Ah! Sí. Que las disculpas de algunos de los meapilas radiofónicos estuvieron casi a la misma altura. Mismo nivel de chabacanería.

Los titulares internacionales abrieron los ojos a la mayoría de los medios españoles que ese domingo y esa mañana de lunes habían tratado con tibieza la humillación pública. En ese momento se subieron al carro con toda la potencia que otorga la Agenda Setting. De pasar de puntillas por el agravio a Hermoso, aferrados al mantra de no encubrir el éxito femenino con un escándalo, a entrar a saco contra el machirulo y sus formas.

Unanimidad política

Con su actitud, Rubiales ha conseguido lo imposible. La unanimidad entre los políticos del Congreso. Salvo Vox (¡cómo no!) todos han pedido la dimisión del presidente de la RFEF.

Con cuentagotas le han ido cayendo las demandas. Estando contra las cuerdas la RFEF convocó una Asamblea General Extraordinaria "con carácter de urgencia" para el viernes 25 de agosto. La Asamblea se convocó tras la petición de las federaciones territoriales, que se habían reunido de urgencia el pasado martes y en cuyo comunicado trasladaron todo su apoyo a Luis Rubiales porque consideraban “desproporcionadas las críticas”.

Luis Rubiales vive en una realidad paralela. No quiere perder las prebendas que la Historia ha regalado a los machos alfa como él. Se siente acorralado y ha decidido defender lo indefendible. Vestido de Cid Campeador, a lomos de su Babieca Vilda y empuñando la Tizona de la Asamblea piensa que va a cambiar el mundo. Ni él ni sus palmeros, todos los que le han jaleado en la Asamblea, entienden nada. Pero si incluso, según la exclusiva publicada por Relevo, se atrevió a presionar a Hermoso para que grabara un comunicado conjunto quitándole hierro al asunto.

Examen de conciencia

En pleno huracán, gran parte de la prensa deportiva debería hacer examen de conciencia del mismo modo que los profesionales del mundo del fútbol que no han dicho ni mú.

Algunos deportivos como el As aún siguen sin enterarse de qué va todo esto. Su portada del jueves 24 de agosto fue absolutamente inaceptable. Una foto a sangre de Jenni Hermoso besando la copa del mundo bajo un titular inadmisible: “Jenni deja caer a Rubiales”. No señores, Jenni Hermoso no ha hecho nada. Luis Rubiales va de bajada por agarrarse a sus huevos y a sus modales machistas y barriobajeros.