Los penachos negros de los cuatro caballos que han tirado de la carroza con el féretro de María Jiménez han sido la única señal de luto de su funeral, celebrado en la trianera iglesia de Santa Ana, donde el barrio la ha despedido por sevillanas, "como ella quería", según afirmaban los trianeros y, sobre todo, las trianeras.
Un fandango, la salve rociera y otros cantes y toques de inequívoco aire flamenco han jalonado la misa de funeral de María Jiménez, cuyo parecido con cualquier otro funeral habrá sido coincidencia, mientras que una iglesia abarrotada de gente que desafiaba los rigores del bochorno sevillano ha recibido el féretro de la cantante con palmas por ritmo de sevillanas y gritos de "ole, ole, ole".

Un guitarrista interpreta un tema delante del féretro de la artista María Jiménez.
Junto al altar, los familiares y allegados de la cantante habían dispuesto una fotografía suya de primer plano a todo color y una especie de estandarte que reproducía el dibujo de las plumas de un pavo real, todo lo cual ha ido precedido por una liturgia que los sevillanos conocen bien, la de la bulla y la expresividad, con la que han acompañado a la carroza fúnebre.
A las 10.45 de este viernes el féretro con los restos mortales de María abandonaba el Ayuntamiento hispalense, cubierto por un mantón de manila de su madre al que la artista le tenía un especial cariño, y la famosa boa de plumas de pavo real con la que resurgió tras su divorcio de Pepe Sancho. Su hijo Alejandro Sancho era uno de los encargados de transportarlo hasta el carruaje tirado por cuatro caballos blancos con el que su madre recorrería por última vez las calles de su adorada Triana.
Emoción, aplausos, ovaciones y lágrimas en el camino en el que María ha paseado por su barrio: Plaza de San Francisco, Paseo Colón, Puente de Triana, Altozano o la calle Pureza entre otros puntos, en los que cientos de personas se han agolpado para despedir a la cantante en su último paseo hasta la Parroquia de Santa Ana, donde se ha celebrado su funeral.
Como si del Jueves Santo se tratase, el barrio de Triana se ha lanzado a la calle para formar parte de uno de los homenajes más emotivos e impresionantes de los últimos tiempos, en el que como no podía ser de otro modo la música ha tenido un papel muy importante. Amigos de María como Jaime Alpresa han emocionado hasta las lágrimas a las personas que han abarrotado la iglesia, presidida por una imagen de la artista al lado de su féretro, situado en el altar.
Dando una muestra de entereza que se ha quebrado en algunos momentos, Alejandro Sancho, que con su hija Julia -nieta mayor de la cantante- en brazos en algunos momentos del funeral, ha sido incapaz de contener la emoción en ciertos momentos de la ceremonia.
Un funeral en el que hemos visto a algunos grandes amigos de María, como Eugenia Martínez de Irujo, Francisco Rivera -con un broche con plumas de pavo real en la solapa en homenaje a la cantante- o su hija Tana Rivera, muy afectados en un multitudinario último adiós en el que Sevilla ha demostrado su amor por una de sus artistas más queridas.
Tras la misa, y en una calle abarrotada por cientos de personas, el féretro con los restos mortales de María ha vuelto al carruaje, con el que, ahora sí, ha recorrido por última vez su barrio hasta el cementerio de San Fernando, donde ha recibido sepultura en el panteón familiar en el que está enterrada su hija Rocío, fallecida en 1985 a los 16 años en un accidente de tráfico.