Fabian Panisello: “Las orquestas con patente de corso son malas”
Con ocasión del estreno absoluto de ‘El abrecartas’, hablamos con su director musical, Fabian Panisello, con Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, y con Pedro González, gerente y presidente de honor de la Orquesta Titular del Teatro Real, Orquesta Sinfónica de Madrid. Una conversación a tres bandas, que versa, de manera especial, sobre esta veterana formación musical que ha llegado a convertirse, a pesar de los avatares que jalonan su larga historia, en una de las más versátiles y reconocidas del panorama internacional.
En la producción de la última ópera de Luis de Pablo, que se estrena el próximo 16 de febrero, la disposición de la orquesta ocupa el mismo espacio que en El Ocaso de los dioses, es decir, ocho palcos de platea además del foso. Las restricciones a causa de la pandemia han obligado a reinventarse, buscar soluciones alternativas, porque la otra opción habría significado “rendirse”, cerrar las puertas hasta que la situación permitiera volver a lo anterior. Sin embargo, a grandes males, grandes remedios. El coliseo madrileño puede estar orgulloso de haber sido el primero en levantar el telón tras el confinamiento y mantener su programación a pesar de las restricciones y cumpliendo el protocolo sanitario. Y aunque Fabian Pasinello apunta que ya desde los últimos años del siglo XX ha habido alguna iniciativa para integrar la orquesta en el público, también asegura que el gran problema de hacerlo es para los músicos: “Por ejemplo los de metal no escuchan a la cuerda, que están en los palcos de enfrente y, sin embargo, ellos mismos han buscado soluciones a veces sorprendentes. En definitiva, todos nos coordinamos para salvar esos inconvenientes”.
Desde fuera, también se antoja asombroso que, con independencia de dónde estén situados los músicos, la orquesta se adapte de forma tan natural a la hora de alternar, como ocurrirá durante la segunda mitad de febrero, la ópera wagneriana El ocaso de los dioses con una obra tan diferente como El abrecartas de Luis de Pablo, cuyo estilo, en palabras de Pasinello, es el de “una postmodernidad pero nada afectada”. “Eso es lo que les gusta”, asegura Joan Matabosch mirando con complicidad a Pedro González. Para el director artístico del teatro, “La Orquesta Titular del Teatro Real, Orquesta Sinfónica de Madrid, que es una orquesta colosal, lo que tiene de excepcional respecto de las orquestas convencionales de otros teatros de ópera es su versatilidad, capaz de adaptarse de una manera sorprendente a demandas diferentes. Es capaz de hacer un Händel a un nivel colosal, una ópera contemporánea, un Wagner o un Verdi y todo a un nivel muy alto”.
En opinión de Pedro González, aunque cree que la versatilidad debe de existir en cualquier músico, lo que marca la diferencia en este caso es que están acostumbrados también a lo sinfónico. “Es totalmente diferente hacer una ópera que interpretar una sinfonía. En una ópera hay unos cantantes a los que tienen que seguir, hay veces que tenemos que recolocarlos, tienes que estar jugando siempre con esto y también con la parte métrica, porque a veces, de repente, se te adelanta alguien”. Pasinello, que debuta en el Real, asegura a su vez que “se trata de una orquesta sorprendentemente adaptable, a veces son ellos mismos quienes te dicen dónde tienen que estar. Yo tengo la sensación de que es una orquesta muy abierta a la hora de trabajar determinadas cosas y eso es importantísimo. Hay orquestas que, sin embargo, son un poco reacias a los cambios”. El gerente de la orquesta está de acuerdo: “Hay orquestas en las que te dicen que algo es muy complicado. Pero es posible, ¿no?, pues vamos a intentarlo porque es lo que el compositor quiere”.
Nuestra percepción personal, les confieso, es que aproximadamente desde 2008 la orquesta ha experimentado una enorme evolución. “No es solo una percepción, ha sido así”, confirma Joan Matabosch, a la vez que Pedro González recuerda cómo era la formación madrileña cuando él llegó en los años 70, una época en la que por diferentes circunstancias, como la creación de la orquesta de RTVE, les “dejaron en cuadro, se llevaron a los mejores y después hubo que recuperar todo eso. Lo hicimos por fin en el 81 cuando se empezó en La Zarzuela con la ópera, que entonces se hacía allí. Desde entonces ha ido creciendo y, gracias al Teatro Real, que la ha acogido como orquesta titular desde que reabrió en el 97, ya fue siempre hacia arriba y es cierto que aproximadamente desde 2008 ha crecido con músicos muy jóvenes de gran nivel”. Para el maestro argentino, además, la formación en general de los músicos españoles es ahora excepcional. Como director de la Escuela Superior de Música Reina Sofía hasta 2019, conoce a muchos alumnos que ahora se sientan en el foso de la Plaza de Oriente. Y añade, “no solo los músicos que están en España, también a nivel mundial”. En muchas de las prestigiosas orquestas internacionales el número de músicos españoles no ha dejado de aumentar. “Son músicos, además, muy reconocidos”, señala Pasinello, “vas a Basilea y la mitad de los músicos son españoles. Y en Londres o en Berlín pasa igual”.
A juicio de Joan Matabosch, hay dos elementos fundamentales para que el nivel de la orquesta titular sea tan alto: “Uno es esa alternancia de la que hablábamos antes entre el foso y el escenario, que hace que esté acostumbrada a ópera y a sinfónico por igual. Hay, sin embargo, grandes orquestas filarmónicas que apenas tocan ópera o creen que tocar ópera les hace menos y es todo lo contrario. La ópera les obliga a escuchar y tener la capacidad de reaccionar ante los imprevistos que puedan surgir. En lo sinfónico es dificilísimo que haya un imprevisto y, en cambio, en ópera es sistemático. Por ejemplo, el otro día tuvieron que hacer El Ocaso con tres cantantes distintos de los del elenco y, en un caso así, tienen que reaccionar de inmediato para adaptarse. El segundo elemento que influye muchísimo en el nivel de la orquesta es que su funcionamiento es como cooperativa, se autogestiona y eso es verdaderamente fantástico. Porque es una orquesta que trabaja con una mentalidad que no es para nada la que se encuentra en la mayoría de otros teatros de ópera”.
Para Pedro González, un teatro como el Real necesita de esa flexibilidad en una orquesta, “porque si pertenecen al teatro, puedes encontrar músicos que no quieran interpretar determinadas cosas”. “No me digáis que no es paradójico”, interviene el director artístico del Real en este sentido, “que sea más flexible una orquesta externa a la institución que una que forme parte de la institución”. Para Pasinello ciertamente es una paradoja, pero “es así” y añade que “las orquestas con patente de corso son malas. Esta es una orquesta dialogante, yo he bajado después de cada pausa a hablar con unos y otros y todo el mundo está interesado en que el proyecto salga. Todos están implicados, te indican incluso cómo lo ven y te hacen pensar. Porque ellos tienen experiencia y saben lo que dicen. Aquí me he encontrado con gente muy colaboradora”. Una característica esencial ya que, como decíamos, en la situación sanitaria actual el Real ha llevado a término el 95% de lo que tenía programado. El maestro argentino tiene claro que es muy importante “que el músico mantenga su estatus de artista, porque lo que puede fallar en una orquesta es que se deje de ser artista bastante rápido y parecen que están cumpliendo simplemente un acto funcionarial. Esto aquí no pasa”, concluye rotundo.