ITALIA

El ladrón de manuscritos se libra de la cárcel

La juez del tribunal de Nueva York, que ha juzgado a este italiano por engañar durante años a editoriales y escritores de todo el mundo para robarles más de 1.000 libros inéditos, lo ha declarado culpable de estafa, pero lo ha condenado sólo a pagar una multa de 88.000 dólares y a tres años de libertad vigilada.

Filippo Bernardini, el ladrón de manuscritos.

Filippo Bernardini, el ladrón de manuscritos.

La historia del ladrón de manuscritos tiene final feliz. Sobre todo para su protagonista, que después de estafar durate seis años a editoriales y escritores para robarles más de 1.000 libros inéditos, no tendrá que pisar la cárcel. Sus palabras han conseguido ablandar a la juez del tribunal de Nueva York que acaba de condenar a Filippo Bernardini a pagar una multa de 88.000 dólares y a tres años de libertad vigilada.

La magistrada Colleen McMahon lo ha declarado culpable de una estafa informática y de usurpación de identidad, que podría haberle costado hasta 20 años de prisión. Pero este italiano de 30 años mundialmente famoso por sus delitos confesó todo en enero, pactó con la Fiscalía (que había pedido entre uno y dos años de cárcel) y envió una sentida carta a la juez a principios de este mes, que parece haber surtido efecto.

Fue así que se conocieron todos los detalle de su hazaña. La historia de un chico homosexual que, víctima de bullying, encontró refugio en los libros y se enamoró de la lectura. Creció, se lincenció en Literatura Moderna en la Universidad Católica de Milán. Estudió también mandarín, sueco, alemán, holandés, danés y coreano (el año pasado empezó con el islandés).

Tras hacer un máster en edición en Londres, consiguió alcanzar su sueño: trabajar en una editorial. Lo contrataron como becario en Andrew Nurnberg Associates, pero no le dieron un puesto fijo. De allí se llevó sin embargo una valiosa experiencia. "Veía la facilidad con que editores, agentes, scouts literarios e incluso personas ajenas a la editorial se intercambiaban originales de libros inéditos" y decidió que también él quería ser uno de ellos y poder leerlos antes que nadie. 

Una obsesión

Bernardini, que entonces tenía 23 años, se lo ha contado a la juez así: "Un día creé una dirección de correo electrónico falsa de alguien que conocía de la industria editorial y le envié la petición de un manuscrito preprint a otra persona de otra editorial que también conocía. Sólo quería leerlos antes que nadie".

"Utilicé el mismo estilo y el mismo lenguaje que usaban mis ex colegas [utilizaba sus abreviaturas: ms para manuscrito, por ejemplo]. Tuve éxito y, a partir de ese momento, eso se convirtió en una obsesión, en un comportamiento compulsivo", reconoció Bernardini en su carta. Acumuló hasta 160 identidades falsas. Cambiaba solo una letra de la dirección de correo electrónico para no despertar sospechas. Y los engañó a todos durante años en tres continentes diferentes: Europa, Asia y América.

Las editoriales lo comentaban en la ferias de libros, pero nadie conseguía dar con el misterioso responsable de las desaparición de los manuscritos. Obtuvo incluso adelantos de textos de famosos escritores como Margaret Atwood, Ian McEwan, Ethan Hawke o Sally Rooney. Hasta el FBI le siguió la pista, pero consiguió esquivarlos a todos porque nunca intentó vender su preciado tesoro.

"Nunca quise venderlos y nunca filtré estos manuscritos", escribió a la juez. "Quería mantenerlos cerca de mi pecho y ser uno de los pocos en apreciarlos antes que nadie, antes de que terminaran en las librerías", explicó en su carta a la juez. "Hubo momentos en los que leí los manuscritos y sentí una conexión especial y única con el autor, casi como si fuera el editor de ese libro".

Un desafío

"Al principio comenzó como un desafío", confesó Bernardini a la juez. "Nunca creí que me llevaría a cometer estos delitos tan prolíficamente como lo hice; me dejé llevar". Durante años no logró más que enlazar contratos de prácticas en diferentes editoriales, mientras se ofrecía como traductor de obras extranjeras en Italia. De hecho, ha traducido del mandarín para la editorial Barco de Teseo Nuestra historia del dibujante chino Rao Pingru en 2018, y en 2020, el storyboard de la película Parásitos del director coreano Bong Joon-Ho. En el mismo año, escribió en italiano para Feltrinelli Somos la revolución, del disidente de Hong Kong Joshua Wong.

Desde 2019, Bernardini trabajaba en la sede londinense de la prestigiosa editorial estadounidense Simon & Schuster. Era coordinador de la la oficina de derechos cuando fue descubierto. Lo detuvieron en enero de 2022 al aterrizar en Nueva York para pasar unas vacaciones.

Hasta que fue detenido en enero de 2022 al aterrizar en Nueva York, ha habido teorías para todos los gustos. Se hablaba de robos organizados por los servicios secretos rusos que querían así desestabilizar la industria cultural occidental. Se acusaba incluso al Gobierno chino, siempre al acecho. O a algún productor de Hollywood en busca de nuevas ideas.

Será deportado

Nadie sospechó de aquel chico italiano que conocía tan bien los entresijos del mundo editorial. Ahora, según ha publicado The Bookseller, tendrá que pagar él a otra gran editorial, la Penguin Random House: 88.000 dólares para cubrir los gastos legales que le ha generado en esta causa.

Además, la juez ha ordenado su deportación. Tendrá que abandonar Estados Unidos para cumplir los tres años de libertad vigilada. No se sabe si regresará a Londres, su lugar de residencia, donde ya no tiene trabajo. O si le obligarán a volver a su Italia natal, a Amelia, el pueblecito de la provincia de Terni, donde u padre ejerce de médico y fue candidato a alcalde por el Partido Democrático.

Lo que es seguro es que tiene tiempo por delante para escribir su propia historia y vender los derechos a una editorial, que es de lo que él entiende. Y mucho.

 

Sobre el autor de esta publicación

Isabel Longhi-Bracaglia

Isabel Longhi-Bracaglia (Madrid, 1968) es periodista. Comenzó a ejercer convencida de la importancia de la información local en varios medios hace más de 30 años (Efe, Onda Cero, Telemadrid y El Mundo). En este diario, se especializó primero en temas sociales, en temas de comunicación después y en información internacional al final, antes de decidir mudarse a vivir a Italia. Desde allí, observa y cuenta en Republica.com lo que ocurre en este país, que la fascina.