Además, Alicia de Larrocha fue, sin lugar a duda, una gran embajadora del repertorio español en todo el mundo. Y es, aún hoy, rotundo referente para los pianistas y compositores de nuestros días. En sus conciertos nunca faltaban obras de Manuel de Falla, Isaac Albéniz o Enrique Granados. A este último lo conoció literalmente desde que llegó al mundo, ya que tanto su madre como su tía, Carolina de la Calle, estudiaban con él. La pequeña Alicia, tercera de cuatro hermanos, creció por tanto entre las notas del piano familiar y a los tres años empezó “en serio” a estudiar.
Frank Marshall, discípulo asimismo de Granados y continuador de su escuela pianística, se convirtió desde el principio en su único maestro. Y también desde el principio, todos supieron que la niña había nacido con un don, unas facultades fuera de lo corriente. Por fortuna, tanto los padres como el maestro estuvieron de acuerdo en “protegerla” de su propio don: no querían que la pequeña sufriera la explotación a la que se solía someter a estos “niños prodigio”. De modo que el principal cometido de Marshall, hijo de una familia inglesa llegada a Cataluña para trabajar en la construcción de una fábrica textil, fue que, sin prisas, su alumna fuese adquiriendo una sólida formación y que sus apariciones en público se limitaran a dos o tres al año, siempre bajo su control y su criterio, con el visto bueno de la familia.
Primer concierto a los 6 años
El 14 de mayo de 1929 fue presentada en público por primera vez en la Academia Marshall, previa disertación del maestro Mas y Serracant sobre “Los niños en el arte”. El compositor y crítico Joaquín Turina escribió la introducción del programa de mano, en el que explicaba la sorpresa y la admiración que sintió cuando escuchó tocar a esa niña con un talento musical excepcional. El 12 de diciembre de 1929 dio un pequeño recital durante la Exposición Internacional de Barcelona, pero su debut con orquesta no tuvo lugar hasta 1934 en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, cuando tenía 11 años, con Joan Lamote de Grignon y la Banda Municipal de Barcelona, e interpretó el Concierto en re mayor La coronación, de Mozart, que repitió en Madrid el 1 de abril de 1936 con la Orquesta Sinfónica dirigida por Enrique Fernández Arbós.

Alicia de Larrocha, en la Academia Marshall en el año 1948. TVE
La relación entre maestro y alumna fue para siempre, a pesar de los años que estarían sin verse cuando la guerra se cruzó en su camino. Marshall abandonó España en 1936 y Alicia se vio obligada a proseguir sus estudios por su propia cuenta y “aprovechó” la ausencia para componer algunas pequeñas piezas, bajo la supervisión del maestro Domènec Mas i Serracant. A finales de 1939 por fin volvió a reunirse con Marshall, aunque hasta 1946 sus conciertos se limitaron al territorio español. Ya no se separaron hasta la muerte de Marshall en 1959. Ese mismo año fue nombrada directora de la Academia que llevaba el nombre de su maestro y continuadora de la Academia Granados, donde además de supervisar la labor docente del centro impartía, cuando su agenda concertística se lo permitía, clases magistrales. Porque a mediados de los años 60 su agenda de conciertos empezó a llenarse de forma imparable.
Sucesora de su maestro
No solo era la sucesora natural de Marshall, sino que en aquel momento Alicia ya había empezado a consolidar una carrera brillante que duraría toda la vida. Su primer recital en el extranjero había tenido lugar en Suiza en 1947 y, más tarde, en los años 50, debutó en Francia, Bélgica, Reino Unido e Italia. Su primer viaje a Estados Unidos fue en 1954, cuando Alfred Wallenstein la invitó a realizar una gira por California con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, pero su verdadero despegue internacional no fue hasta mediados de los años 60, cuando las puertas de EEUU se abrieron definitivamente - con 3 giras anuales de mínimo 2 meses de duración cada una -, así como Japón, Suráfrica, Sudamérica, Canadá… Y el resto del mundo. A partir de entonces, fue reclamada asiduamente por los festivales, sociedades de música y orquestas más relevantes, ampliando, año tras año, sus actuaciones en España y en el resto de Europa. Consolidando, cada vez más, su prestigio. Ese que hoy se conmemora y que permanece, como ocurre siempre en la excelencia del arte, cuando se trata de un artista excepcional.

Alicia de Larrocha, una de las grandes pianistas del siglo XX. TVE
Alicia tenía un don, sí, pero solo el trabajo intenso le permitió sobresalir y alcanzar el reconocimiento internacional de su impecable técnica al piano. También la voluntad de superación frente a esos golpes de la vida que, antes o después, parecen amenazar la trayectoria profesional e incluso personal de una vida. Siempre cuando menos te lo esperas. En 1968, abriendo la puerta de un taxi en Montreal, Alicia de Larrocha sufrió una grave lesión en la falange del pulgar de la mano derecha y temió que fuera el final de su carrera como pianista: el hueso se había fracturado porque tenía un quiste que no había dado la cara. Para cualquier pianista, una tragedia. Sin embargo, tras la cirugía del doctor Trueta en Barcelona y muchos meses de dura rehabilitación – que también aprovechó para estudiar obras para la mano izquierda e incorporarlas a su repertorio -, Alicia retomó su agenda de conciertos.
El golpe más duro de su vida
Fue precisamente esa época, finales de los años 60, y hasta la década de los 90 cuando dio más conciertos, batiendo el récord en 1987 con más de 130. Esta vez, después de superar el golpe más duro de su vida: la muerte de su marido, el pianista Joan Torra, que no había dudado en renunciar a su propia carrera pianística para hacerse cargo, durante las ausencias de Alicia, del cuidado de los hijos (Joan Francesc y Alicia), de la Academia Marshall, de los contactos con los representantes, de ayudar a confeccionar los programas y, en definitiva, de ocuparse de todo lo que pudiera facilitar la vida de una artista como ella.
A principios de 1982, Alicia canceló varios conciertos a causa de la grave enfermedad de su marido, que murió, con 61 años, el 9 de agosto de ese mismo año. Perder su gran apoyo supuso un durísimo varapalo para ella. Aun así, con la ayuda de sus hijos y amigos, justo un mes después, volvió a los escenarios y, refugiándose en la música, empezó el período más prolífico en cuanto a número de conciertos. Combatió el dolor plantándole cara, con sus dedos sobre las teclas del piano, rindiendo continuo homenaje a quien no tendría que haberla dejado tan pronto.
Extenso repertorio

Alicia de Larrocha durante un concierto en el año 1980. WIKIPEDIA
Aunque fue una pianista muy reconocida por sus interpretaciones de música de compositores españoles - Granados, Albéniz, Falla, Turina, padre Soler -, de Larrocha también lo fue por su extenso repertorio, que abarcaba obras de compositores como Bach, Händel , Couperin, Scarlatti, Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Liszt, Chopin, Brahms, Rachmaninov, Debussy, Ravel, Fauré, Poulenc y Ginastera, entre muchos otros grandes.
A lo largo de su vida, por otra parte, compartió escenario con otros músicos, colaborando con violonchelistas como Ricard Boadella, Gaspar Cassadó y Mistlav Rostropovich; con cantantes como Conxita Badia, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé, Pilar Lorengar, Josep Carreras y con pianistas como Joan Torra, Rosa Sabater, Gina Bachauer, Andre Previn y Francis Poulenc, compositor con el que tocó su concierto para 2 pianos. También participó en música de cámara con formaciones Tokio String Quartet, Guarneri Quartet, Emerson String Quartet, que hoy la siguen recordando en sus giras.
Adiós a los escenarios
Tras más de 4.000 conciertos por los principales escenarios de todo el mundo - más de 800 ciudades en 59 países -, Alicia de Larrocha se despidió de los escenarios en 2003 Los últimos conciertos fueron en Barcelona, en varias ciudades de Japón (coincidiendo con su 80 aniversario), en Nueva York, en Chicago, en Montreux (Suiza) y el último y definitivo, en Jerez el 29 de noviembre de 2003. Durante 2004 continuó viajando para impartir clases en Estados Unidos, Francia, Italia y España.
Precisamente, durante los últimos días de septiembre y primeros de octubre, realizó un curso sobre Iberia, de Albéniz, en la Academia Marshall de Barcelona. Estaba previsto que las clases duraran una semana, pero el 1 de octubre, dos días antes de que terminara el curso, se fracturó el fémur y la tuvieron que operar de urgencia. A partir de ese día, su vida cambió por completo. Durante un tiempo pudo supervisar, en su casa, a alumnos de Perfeccionamiento Pianístico y Especialización en Música Española de la Academia Marshall, pero los problemas de salud le impidieron continuar. El 25 de septiembre de 2009, Alicia de Larrocha fallecía en Barcelona, su ciudad, a los 86 años.
Reconocimientos y homenajes
Galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de 1994 y cuatro Premios Grammy, la dama del piano fue Académica de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, Académica de Honor de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona. También de la Royal Academy of Music de Londres y de la Academia de Bellas Artes de Baviera. Fue condecorada con la Legión de Honor y la Orden de las Artes y las Letras de Francia, nombrada Músico del año (Nueva York, 1982) y recibió el Premio Internacional de Música de la Unesco (París, 1995).

Alicia Larrocha recibió el Premio Príncipe de Asturias de 1994. EFE
Con ocasión el centenario de su nacimiento, estos días se multiplican los homenajes. Entre ellos, en la sala AXA de Barcelona, el periodista y divulgador musical Albert Galceran conducirá este mismo lunes el acto dedicado a la figura de la pianista en la que está previsto que participen algunos invitados y su hija, Alicia Torra. Y el mismo día del centenario, este martes, en la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona tendrá lugar un concierto homenaje con un programa que incluye obras de Enrique Granados.
Por su parte, la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando también conmemorará la fecha el día 24 con piezas de Manuel de Falla, Antonio Soler e Isaac Albéniz. El Ateneo de Madrid se ha sumado al homenaje con la proyección del documental “Las manos de Alicia” al que seguirá un coloquio sobre su figura y su inmenso legado. Y el Auditorio Nacional de Madrid, en el marco de su “Temporada 2023, dedicada a Alicia de Larrocha en el centenario de su nacimiento”, subirá al escenario al pianista surcoreano Seong Jin Cho, ganador del primer premio en el decimoséptimo Concurso internacional de piano Chopin de Varsovia, que interpretará obras de Brahms, Ravel y Schumann el próximo 30 de mayo.