No hubo sorpresas. De los nueve semifinalistas solo cuatro podían conseguir el deseado pase a la final del próximo sábado. Agoney (Quiero arder), Alice Wonder (Yo quisiera), Fusa Nocta (Mi familia) y Megara (Arcadia) fueron los favoritos, tanto del jurado profesional como del público. Ellos se verán las caras el próximo sábado en la final con los cuatro restantes que saldrán de la segunda semifinal que se celebrará mañana jueves 2 de febrero.
Para las casas de apuestas la representante española será Alice Wonder, si Agoney se lo permite. Visto lo visto anoche, el sorpasso se antoja inevitable, puesto que fue el ex triunfito 2017 fue favorito de los tres jurados.
Así las cosas, la segunda semifinal nace muerta. Tan muerta como puede que esté el Benidorm Fest que, salvo a los eurofans de toda la vida, no interesa a nadie, Eurovisión ya no es lo que era. Y mucho menos el Festival de Benidorm.
¿Hacia dónde va esta recuperación festivalera versión siglo XXI? Si el de antaño era un espejo del panorama musical español, el de ahora, como reza su eslogan, es el festival que tú quieres. Concretamente, el festival que quieren los eurofans, eurogays o como quieran calificar a esta nueva horda de admiradores festivaleros. Los mismos que desde su lobby se permiten el lujo de mirar por encima del hombro a aquellos que ya informaban del festival cuando ellos iban en pañales.
No nos engañemos. Sin contar la presencia de Mónica Naranjo que hizo las veces de maestra de ceremonias junto a Inés Hernand y Roberto Vázquez, RTVE invitó a 80 artistas consagrados a participar en el Benidorm Fest 2023 y sólo 14 aceptaron la invitación. Si buceamos entre los 18 aspirantes, no hay mucha innovación. Más de lo mismo. Vamos, lo que piden los eurofans y punto. Y si no se lo creen, vean lo que dio de si la noche.
Revival setentero
El azar quiso que los cuatro protegidos del público coincidieran en la primera la primera semifinal. Ellos estrenaron el súper mega escenario del Palau d'Esports L'Illa de Benidorm de 360 metros cuadrados, abrazado por seis pantallas led de alta resolución. Plató que, por muy moderno que se venda, rezuma tal estridencia, brilli brilli y colorinchi que aturde. Serán cosas de la edad, pero este revival pop setentero termina produciendo chiribitas en la mirada.
No hay Festival de Eurovisión sin diva, taconazos y vestuario excesivo. Esa es Sharonne. La ganadora de la segunda edición de Drag Race España inauguró el escenario con Aire, su segundo intento de conseguir una plaza en el Festival de Eurovisión. En el primero, David Civera se llevó el gato al agua. El cantante turolense defendió en Copenhague Dile que la quiero, con la que logró 76 puntos y una honrosa sexta posición. En su segundo tanteo, con calva y peluca en la mano también se quedó a las puertas.
La segunda actuación de la noche fue el cóctel insólito de la noche. Aritz y Flamenco. Un nombre vasco que se traduce por roble y un título castizo. Pues ni una cosa, ni otra. El valenciano, admirador de Chanel, defendió una propuesta bilingüe que aúna el pop internacional y los sonidos beat con la guitarra española o las castañuelas. Un tema que pasará a la historia sin pena ni gloria.
Formado en Los Ángeles, Japón, China y Londres, Aritz apostó todo al negro, con una realización que abusó de los planos cortos para alimentar cierto tono de sensualidad. Acompañado por una bailarina, que parecía recién salida de las televisiones de los años 60, se lanzó a bailar un tango acrobático, de esos que aprendió en su etapa Shangai, con el que aspiraba a ser el favorito de España. No pudo ser.
Rodeada por un cuerpo de baile formado por cinco bailarines, Sofía Martín hizo lo que pudo para convencer con su indefendible Tuki. Eligió una puesta en escena monocromática, nívea y, como gran sorpresa, tras el segundo estribillo intentó demostrar su pericia con una guitarra. Ni Sofía Martín puede compararse a Chanel, ni Tuki es SloMo.

Los cantantes Megara, Alice Wonder, Agoney y Fusa Nocta, son los primeros finalistas del Benidorm Fest 2023.
Por fin llego el plato fuerte de la noche. El guanche. Agoney llevaba tiempo avisándolo. Se presentaba en el Benidorm Fest con la intención de prenderle fuego a todo. El equipo del ex triunfito 2017 montó un espectáculo de esos que cautivan a los eurogays. Ya saben, en Eurovisión la canción influye, pero la puesta en escena importa más. Fuego, juegos de luces, estridencias, escenas llamativas y ajustadas al milímetro. Si algo sorprende de la escenografía de Agoney, aparte de su vozarrón, es el juego de luces y los constantes cambios de planos.
Los agudos imposibles de Agoney y su Quiero arder, de momento, pueden presumir de ser uno de los temas más escuchados incluso antes de comenzar el festival. El de Adeje llegó arropado por una apisonadora publicitaria. Además, defendió un tema infernal, con el que demostró, como ya lo hiciera en Dúos increíbles, que lo suyo es el directo y que su magnífico derroche vocal crece en el escenario.
Detrás de los tres minutos de Quiero arder rezuman cientos de horas de trabajo con los cinco bailarines que le arropan en el escenario cuyo resultado fue una coreografía impecable.
Megara, el tapado del Benidorm Fest
Como recién salidos de un videojuego, la banda de rock Megara apostó por Arcadia, en un intento de llevar este tipo de música a Eurovisión. Según la mitología, Arcadia era el cielo en la tierra, un paraíso en el que habitaban criaturas mitológicas. El fucsia rock de Megara alcanzó el paraíso y con él, el pase a la final. Esta “ida de olla” de la banda es una mezcla entre el rock gótico, aquel que a mediados de los 70 lucían una estética oscura y gustaban de sonidos graves y siniestros, y algodón de azúcar de fresa. Megara fue el tapado de la gala.
La calma llegó con Alice Wonder y su balada minimalista Yo quisiera. Alice Cooper para Rodrigo Vázquez, ya quisiera. La madrileña, en la primera parte de su canción, tiró de piano para abandonarlo en la segunda. Sola ante el peligro y con una puesta en escena limpia, pero sosa, muy sosa, terminó arropada por cuatro coristas, entre los que estaba Raúl Gómez, autor de Tu canción (ya saben el empalagoso tema que Amaia y Alfred defendieron en Lisboa en 2018).
En el ecuador de la noche, el ritmo machacón arribó de la mano de Meler y su No nos moverán. Un título que, a priori, parecía evocar los momentos más duros de la canción protesta de los 60. Pero no. Compuesta por los tres miembros de la banda además de Neva y 3kmkz y producida por Fernando Boix y Liam Garner, No nos moverán es una propuesta más en el universo musical. Pasará sin pena ni gloria directamente al olvido, aunque fueran de los favoritos del jurado demoscópico. Ni tienen voz, ni el tema aporta nada al panorama musical. La banda que empezó tocando en el metro y terminó cantando “na, na, na, na, ná, no nos moverán” se quedó a las puertas de la final.
Fusa Nocta falla en el directo
Fiel a su estilo, Fusa Nocta transportó al público a las tablas de un teatro gracias a la línea argumental de Mi familia. Un tema que reivindica la familia que te toca, pero también la elegida. La diva no estuvo muy pulcra ni en sus afinaciones ni con la voz. Incluso se le escapó algún gallo. Dicen que esta canción, que pulula por distintos géneros musicales (entre el flamenco tradicional y la modernidad) bebe del trap y de la esencia de Rosalía. Quizá sea la reminiscencia del Malamente la que le ha colocado en el podio de los envites. Será eso, porque si no, no se entiende.
De formación autodidacta y admiradora de 50Cent, Emimen, Britney Spears y Beyonce, la actuación de Fusa Nocta tuvo su punto álgido en el momento del voguing. Para los boomers, un estilo de baile que se presenta como la evolución del house dance y que nació de la comunidad afroamericana LGTB de Harlem en los 60. Su boom llegó con el documental Paris is Burning y gracias al videoclip de Madonna Vogue de los 90. De ahí el nombre.
Cerraron la primera semifinal las mellizas vascas. Influencers y tiktokeras (cuentan con 20 millones de seguidores) que defendieron con profesionalidad su Sayonara, una composición facilona y pegadiza. Demostraron por qué se hacen llamar Twin Melody. Resulta imposible distinguir quién es Paula y quién es Aitana y eso que no son gemelas. Las hermanas Etxeberria empastaron, demostraron que poseen una técnica vocal impecable. Hablan cuatro idiomas y los cuatro los han incluido en Sayonara. Lamentablemente, ni su voz ni su amplia formación musical las llevaron a la final del sábado.
Se pongan como se pongan, de momento, el Benidorm Fest no es más que un déjà vu de calidad cuestionable impulsado por el chanelazo. El año pasado lo teníamos todo para ganar y no valió de nada. Este año o enviamos a Agoney o que dios reparta suerte. O no. A quien le importa, si Eurovisión, no va de cantar.