Basura espacial, un problema que no es ciencia ficción
Toneladas de desperdicios gravitan alrededor de la Tierra gracias a la acción del hombre. En concreto se han registrado 16.683 objetos, entre los que se encuentran satélites inactivos, viejos cohetes y todo tipo de chatarra inimaginable. Lo peor del caso es que la basura, al igual que los humanos, se reproduce: "Los residuos se estrellan unos con otros y se desintegran en trozos más pequeños, así hasta el infinito", aseguran los expertos.
¿Quiénes son los responsables de este vertedero incontrolado? Pues en primer lugar se encuentra la extinta URSS, que con 6.170 objetos encabeza la lista de guarros espaciales, seguida muy de cerca por los EEUU, con 5.042 objetos, y, por último, completa este ignominioso podium China, con 3.746 escombros.
El exastronauta estadounidense George Zamka relató su experiencia con los desechos orbitales: "Durante mis dos vuelos espaciales, volamos hacia abajo y hacia atrás para evitar que las ventanas del transbordador espacial fueran golpeadas por ataques de estos escombros". Según la Nasa, una tuerca de 1 centímetro podría chocar contra un satélite con la fuerza equivalente a la explosión de una granada de mano.
Aquí en la Tierra tampoco nos libramos de los peligros espaciales. De hecho, la NASA tiene un programa encargado de controlar la basura espacial llamado U.S Space Surveillance Network (SSN), cuyo principal objetivo es detectar, controlar, catalogar e identificar estos objetos, y lo más importante, predecir cuándo y dónde caerán en la Tierra. Asimismo,el SSN informa a la NASA si estos desperdicios pueden mandar al garete estación Shuttle.
Posibles soluciones
La iniciativa Clean Space de la Agencia Espacial Europea (ESA) está decidida a acabar con el problema con tecnología punta: un arpón. La misión llamada e.DeOrbit, aunque le pegaría más Moby-Dick, tiene como objetivo capturar sistemas espaciales a la deriva al más puro estilo capitán Ahab.
El mecanismo es tan sencillo como efectivo, y no dista mucho de la caza de la ballena. El arpón necesita hacer tres acciones físicas “para garantizar una captura limpia y segura”: impactar con alta energía contra el objetivo (ballena), perforar su estructura (la piel) y recoger el cabo para acercarlo a la nave nodriza (al barco, el “Pequod”).
Otra proyecto, más espectacular que el anterior por su parecido a la Estrella de la Muerte y ya se verá si más efectivo, es el rayo laser australiano capaz de desplazar piezas de basura espacial desde la Tierra.
“Lo haremos utilizando esta misma tecnología láser para atraer estos objetos hacia la Tierra y que se quemen al entrar en contacto con la atmósfera”, explicó el director ejecutivo de EOS Australia, Ben Greene, quién también dijo que el método es “científicamente posible” y que estaría listo en unos diez años. Sin embargo, “ahora ya hemos desarrollado la tecnología, pero el coste es todavía demasiado elevado”.
La idea de convertir la atmósfera en una especia de horno crematorio también la ha tenido la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA), aunque los nipones emplean un cable acoplado a los residuos y aprovechan el magnetismo de la tierra, más o menos como una cometa.
Parece que los gobiernos del mundo se están concienciando sobre el lejano problema y tomando cartas en el asunto, y como bien dijo la política estadounidense, Eddie Bernice, la basura espacial "no es ciencia ficción, es un problema cada vez mayor y lidiar con su aumento no será fácil".
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