Mi querida señorita, un clásico del cine español

Mi querida señorita, un clásico del cine español

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qs1.jpgUna de las mejores formas de insinuar o introducir mensajes subversivos en una cultura represiva consiste en utilizar el humor o la exageración hasta llegar al esperpento. La película que hoy nos ocupa debe ser contextualizada en el año en que se produjo: 1971, los últimos años de la dictadura en España. Pero que nadie se asuste. Su director, Jaime de Armiñán, no pretendió tomar partido por una visión política.

El film cuenta la historia de Adela, una mujer cuya formación es producto de la política cultural y social del franquismo. Vive en una pequeña ciudad de provincias (Pontevedra) que está empezando a experimentar ciertos cambios sociales pero ella se mantiene en los parámetros de los cuarenta. Por ejemplo: como es soltera de clase media, sus obligaciones consisten en atender actividades sociales y culturales que giran alrededor de ceremonias religiosas, a las que asiste vestida de negro y con mantilla. Como no está bien visto que las mujeres de su edad entiendan de asuntos económicos cede la administración de sus vienes al director del banco y viejo amigo de la familia. El único trabajo socialmente aceptable de las mujeres de su clase son las obras de caridad.

qs2.jpgAjena al paso del tiempo llegará a cumplir cuarenta y tres años sin plantearse su condición e identidad sexual ni la conveniencia de sus conductas. Porque, Adela, en la intimidad de su tocador dedica horas a afeitarse todos los días y en varias ocasiones ha confesado al padre José María sentir una intensa atracción sexual por su criada Isabelita (a la que critica continuamente sus devaneos con un repartidor de una floristería para salvaguardar la inocencia y decencia de su casa).

La propuesta de matrimonio de su amigo Santiago, con el que se encontrará tras un accidente automovilístico, el rechazo que le provoca la idea de mantener contacto físico con él y la renuncia de Isabelita a seguir trabajando en casa después de una escena de celos provocarán que Adela se cuestione los parámetros sexuales conforme a los que había vivido hasta ahora. ¿Será capaz de querer alguna vez a una mujer? ¿Qué solución le espera? ¿El suicidio? ¿La homosexualidad?

En ningún momento de la cinta se explica si asistimos a un caso de hermafroditismo, de increíble desconocimiento o de represión social. Lo que parece claro, es que en última instancia es la ciencia la que soluciona y complica el caso clínico. Sexo y género dejan de ser categorías fijas, siendo la gran innovación que propone el director español.

qs3.jpgSu condición no será fruto de una patología mental ni de un desequilibrio fisiológico, Adela ahora es Juan, un hombre. Un hombre que tendrá que empezar una nueva vida de inadaptación y soledad en Madrid. Con grandes dificultades para encontrar un trabajo en el que desempeñarse laboralmente pues en su documento nacional de identidad figura como mujer unido al hecho de no haber trabajado nunca (sólo sabe coser y tocar el piano) le fuerzan a una situación provisional mientras se saca el título de bachillerato de ponerse a coser durante las noches en la pensión en la que malvive.

Cuando la dueña de la pensión y su sobrina descubran que Juan guarda una maleta repleta de ropa femenina será amenazado con denunciarle por un delito de orden público. La presión social a la que se verá sometido Juan, con su nueva identidad alcanzará cotas insuperables.

Una vez que comenzamos a eliminar el componente relativamente humorístico que puede suponer ver al conocidísimo Jose Luís López Vázquez transformado en Adela (con un nivel de interpretación excepcionalmente minucioso en el que se ve que hasta los movimientos posturales afeminados han sido trabajados) nos encontramos con una ácida y exacerbada crítica a la cultura española instaurada bajo el régimen franquista que a los ojos de Jaime de Armiñán está llena de sinsentidos, de resentimientos enmascarados, de falsas apariencias y de ridículos absurdos.

qs4.jpg"Mi querida señorita" fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera. El valiente y arriesgado, en su día, argumento del film de Jaime de Armiñán fue premiado por el Sindicato Nacional del Espectáculo y por el Círculo de Escritores Cinematográficos: Mejor director, guión, y actor secundario: López Vázquez y Ferrandis.

Muchos españoles de la época habían vivido en una permanente crisis de identidad ideológica cuya catarsis llegaría con la muerte del dictador Francisco Franco. En sentido metafórico había muchas Adelas que habían vivido sin “darse cuenta” con una identidad político-social inadecuada.

Jaime de Armiñán juzga y resuelve la educación sexual de la posguerra española. La importancia del film radica en que permite cuestionar la conveniencia de juicios y valores hasta entonces sólidamente establecidos sobre el sexo y el género. Se permite representar las paradójicas consecuencias de la política sexual del franquismo como una anomalía monstruosa y antinatural que en algunas ocasiones resulta humorística y en otras dolorosa.