Si unimos una sociedad regida por unas normas estrictas y un tanto hipócritas, un hombre de talento que, por su forma de ser, gusta de impactar y es incapaz de pasar desapercibido y que, además, satiriza a aquélla –bien es cierto que de un modo bastante amable- y, por último, una conducta entonces penada por la Ley, tendremos un cóctel explosivo que, por fuerza, había de acabar mal.

Óscar Wilde
Esa sociedad era la aristocrática Inglaterra victoriana, la persona, Oscar Wilde, y el hecho delictivo, su relación con Lord Alfred Douglas, denunciada por el padre de éste. Y las consecuencias fueron dos años de trabajos forzados para el escritor que arruinaron su vida.
Y es que, hasta entonces, Wilde (Dublín, 1854-1900), había sido un dandy que triunfaba tanto en los escenarios teatrales como en los salones de la alta sociedad y que, en no pocas ocasiones, había dejado boquiabiertos a sus compatriotas con su comportamiento libre y excéntrico.
A partir de su encarcelamiento, ya nunca fue el mismo. Arruinada su reputación, sus amigos le dieron la espalda y hubo de refugiarse en París, donde malvivió apenas cinco años, abandonado por todos. Fruto de aquella dolorosa experiencia fueron dos obras: De Profundis, extensa carta a Douglas llena de resentimiento, y La balada de la cárcel de Reading, en la que muestra la amargura de la prisión.
Antes de estos hechos, Wilde había escrito una obra literaria de extraordinaria calidad, en la que se integran poemas, novelas, relatos breves y obras teatrales que le habían dado fama. Lo más relevante de ella son sus relatos y dramas. Entre los primeros, destaca El retrato de Dorian Gray, revisión del mito de la eterna juventud.
En cuanto a sus obras teatrales, junto al drama Salomé, basado en la historia bíblica, escribió un puñado de comedias en las que, como decíamos, satiriza a la aristocracia inglesa con fina ironía y humor: La importancia de llamarse Ernesto, Un marido ideal o El abanico de Lady Windermere son algunas de ellas.

Monumento a Óscar Wilde en Dublín
Un marido ideal fue estrenada en 1895 -el mismo año de su procesamiento- y nos presenta al Subsecretario Sir Robert Chiltern, perfecto caballero y político brillante, cuyo matrimonio causa admiración entre los demás por su felicidad. Pero, un día, aparece en escena la seductora Mrs. Cheveley, quién chantajea a este marido ideal, amenazándole con revelar un oscuro secreto de su pasado que le permitió construir su carrera política y casarse con su esposa. Desesperado, Chiltern pide ayuda a su amigo Lord Arthur Goring, caballero con fama de inteligente y excéntrico y en el que no es difícil atisbar un trasunto del propio escritor.
Se trata de una comedia social en la que Óscar Wilde se burla de los estereotipos de la alta sociedad y de su rigidez moral, que ni ellos respetan en su vida privada. Aunque la sátira es amable, quienes se vieron retratados nunca se lo perdonarían.
Podéis leer la obra aquí
Fotos: Óscar Wilde: George Eastman en Flickr | Monumento a Wilde: Bachspics en Flickr