En una hipotética clasificación, podríamos agrupar a los autores de relatos de terror en dos categorías: la primera sería la de aquéllos que cultivan el género de una forma puramente superficial, como mera ficción; mientras tanto, la segunda estaría constituida por los escritores que lo hacen como un modo de expresar sus propios miedos, traumas o desvaríos personales. Son, sin duda, éstos últimos los mejores y como perfecto ejemplo de ellos podría mencionarse al inigualable Edgar Allan Poe.
También encaja a la perfección en este grupo Howard Phillips Lovecraft (Providence, Rhode Island, 1890-1937), heredero del anterior pero dotado de un estilo personalísimo de concebir y expresar el miedo que le ha convertido en uno de los grandes maestros universales del género. En ello influyó poderosamente su temperamento enfermizo y sus frecuentes ataques nerviosos.
Porque fue Lovecraft una persona introvertida y solitaria que rehuía el contacto con la gente –pasaba largas temporadas recluido en su casa- y que maduró con las lecturas de del propio Poe, de Ambrose Bierce y de Lord Dunsany. A su peculiar concepción de lo sobrenatural contribuiría también el hecho de que se criase en Nueva Inglaterra, zona con una larga tradición de leyendas y brujería. Como resultado de todo ello, Lovecraft creó un universo propio donde el miedo no procede de la existencia de espíritus o fantasmas sino de oscuros seres monstruosos con algo de extraterrestres pero que viven entre nosotros.
Esta peculiar concepción lovecraftiana del género de terror hace aún más interesante el ensayo titulado 'Notas sobre el arte de escribir cuentos fantásticos', donde el autor de Providence nos expone su manera de componer sus obras. Lovecraft opina que el miedo es la más fuerte emoción que puede vivir el ser humano, quién, por otra parte, se halla en permanente conflicto con el tiempo. Para lograr despertar estas dos fuerzas en el lector, escribe sus obras.
A la hora de componerlas, se fija en un objeto cualquiera de los que le rodean y, a partir de él, imagina una historia de terror. Seguidamente, realiza un esquema o sinopsis del relato, con arreglo al que lo redacta para, finalmente, depurarlo estilísticamente. Lo que Lovecraft pasa por alto en este texto es que su peculiar imaginación procede de un singular y atormentado mundo interior que le ayuda a crear atmósferas inquietantes y, en suma, un terrorífico universo propio que muy pocos autores del género han igualado.
Podéis leer la obra aquí.
Fuente: Lovecraftiana.