La aridez y dureza de la Lengua alemana parece, a priori, poco propicia para la poesía. Sin embargo, nos ha legado algunos grandes poetas en todas las épocas. Novalis o Goethe son dos excelentes ejemplos de lo que decimos.

Heinrich Heine
Por otra parte, la Alemania aún no unificada es una de las cunas del Romanticismo, a través de los trabajos de los hermanos Schlegel, entre otros, que sacudieron los cimientos de la Europa racionalista del siglo XVIII propugnando una vuelta a la subjetividad, a la interioridad de la persona. Todo ello daría como fruto una visión del mundo presidida por el sentimiento. Ortega y Gasset definió, con acertadas palabras, al romántico como 'el individuo al que el corazón se le ha subido a la cabeza'.
En consecuencia, el Romanticismo alemán tuvo enorme importancia y –como el francés hallo su verdugo en Baudelaire-, el germano lo encontró en Heine, a la vez el último romántico y quién le dio el definitivo golpe destructor.
Heinrich Heine (Dusseldorf, 1797-1856) presenta, además, otras similitudes con el autor citado y no ya sólo por ser, como aquél, un gran poeta. Díscolo, soberbio –presumía de ser el último hombre importante del siglo XVIII y el primer ciudadano moderno del XIX-, insultante en ocasiones, es considerado el 'enfant terrible' de las letras alemanas.
En su creación, cuya antología presentamos y de acuerdo con lo expuesto, se distinguen dos etapas. La primera, presidida por su magnífico 'Libro de las canciones', pertenece a la lírica romántica. Pero, ya antes de emigrar a Francia en 1831, había abjurado de ella y, persuadido de la escasa repercusión de la poesía en las masas, se pasó a la prosa periodística y crítica.
No obstante, Heine era un romántico a su pesar y pronto retornó a la poesía, con la epopeya 'Alemania, un cuento de invierno' y, más tarde, con 'Romancero. El Libro de las lamentaciones', una obra en la que sorprende la fuerza del sentimiento y la amargura de la dolorida intimidad del poeta.

Düsseldorf, ciudad natal de Heine, a fines del siglo XIX
Su estilo rebosa esa belleza que otorga la palabra sencilla y desnuda pero certera, que expresa un dolor íntimo y verdadero. Es una poesía auténtica, sincera expresión del desgarro vital de su autor, y de una calidad y hermosura extraordinarias.
Heine fue uno de los grandes modelos de nuestro genial Bécquer y, en efecto, ambos coinciden en esa conjunción de sencillez, auténtico sentir y belleza que configuran la gran poesía, la que es verdadera expresión de la vida.
Fotos: Heine: Liberal Freemason en Wikipedia | Düsseldorf: Zualio en Wikimedia
LeticiaTierra Bautista
esta chido
duvan
no para una tarea re paila no sale es nada