El teólogo alemán Hans Küng escribe una carta a los obispos católicos con duras acusaciones a Ratzinger

Küng, según ha confesado él mismo repetidas veces, mantenía muy fundadas esperanzas de que la Iglesia Católica cambiara sus reaccionarias estructuras, aunque fuera levemente, y se abriera de un modo más democrático y solidario hacia sus fieles creyentes. El teólogo había concebido tales ilusiones cuando, hace cinco años, el entonces recién elegido Papa, Benedicto XVI, lo invitó, a pesar del tono crítico que Küng siempre ha mantenido en los últimos años con las autoridades eclesiásticas y con la institución misma, a mantener una charla “sobre lo divino y lo humano”. Se trataba de un encuentro entre viejos colegas que habían sido compañeros de universidad en Tubinga y, posteriormente, en las conciliares diatribas teológicas acaecidas entre 1962 y 1965. Pero no fue así. La esperanza resultó vana y así lo hace ver Hans Küng en la carta, publicada en el diario ‘El País’ que dirige a los obispos a los que dice que en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, el pontificado de Ratzinger “se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas”.

Judíos y musulmanes

Küng expone, en su misiva, una amplia lista de “ocasiones perdidas” y afrentas protagonizadas por el jefe de la Iglesia Católica. Y así señala al Papa como responsable de no haber conseguido un entendimiento con los judíos y haber, en cambio, cimentado aún más la separación y la desconfianza al haber vuelto a utilizar en los ritos aquella trasnochada  plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos. Además, según Küng, readmite en la Iglesia a obispos cismáticos y antisemistas. También le recrimina que haya impulsado la beatificación de Pío XII –históricamente sospechoso de mantener excelentes relaciones con los nazis-, y que uno de sus predicadores oficiales haya comparado, el pasado Viernes Santo, las críticas al Pontífice por el turbio asunto de los abusos sexuales con la persecución antisemita. También le recuerda a su ex compañero de fatigas universitarias y teológicas, el famoso discurso de Ratisbona en el que Ratzinger caricaturizó al islam como una religión violenta e inhumana, lo que suscitó las iras y la desconfianza entre los musulmanes.

América Latina y África

Según explicita Hans Küng en la carta, Benedicto XVI es también responsable de haber desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos colonizados de Latinoamérica al afirmar, “con toda seriedad”, que estos “anhelaban la religión de sus conquistadores europeos”. Y en África, no fue menor el daño causado por las gloriosas intervenciones papales cuando hizo un llamamiento para evitar la utilización de los preservativos, entre otras lindezas espirituales. También se ha desperdiciado, a juicio de Küng, la oportunidad de conciliación entre dos cuestiones secularmente enfrentadas como la religión y la ciencia, al no haber aceptado la autoridad católica el reconocimiento de la teoría evolucionista y la investigación moderna como el caso de las células madre.

Especialmente grave le parece al reconocido teólogo alemán que el Papa haya frenado la reforma y modernización de la Iglesia al mantenerse, con inusitada persistencia, en su relativización e interpretación retrógrada de los textos conciliares. “Incluso –dice Küng-, se sitúa [el Papa] expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica”. Y el autor de la carta se explica: -“Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales”. – “Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles”. – “No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato”. – “Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.

La curia romana

En otro capítulo de la extensa carta, Küng arremete con dureza y convicción contra la trasnochada curia romana de la que dice que apoya plenamente al Papa en su “política anticonciliar” y que intenta silenciar a los críticos. “Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un ‘representante de Cristo’ absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”,  dice  el teólogo que remata este párrafo así: “Sin embargo la política de restauración de Benedicto ha fracasado”.

Después de diversas consideraciones referidas a la ordenación y a la ley de celibato y de señalar que “la resignación y la frustración se extienden en el clero”, Küng aborda el espinoso y execrable asunto de los abusos sexuales a menores por parte de miembros de distinto rango en el seno de la institución  y a la vez que los califica de “escándalos que claman al cielo”,  hace responsable directo del ocultamiento de estos casos al Papa Benedicto XVI bajo cuyo mandato al frente de la Congregación para la Fe, entre 1981 y 2005, en el reinado terrenal de Juan Pablo II, se impuso un estricto y solemne silencio sobre tan odiosos actos. “Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras”, afirma Hans Küng quien en la última parte de la carta hace una serie de propuestas a los obispos para paliar tan desastrosa situación y cuyos aspectos generales son los siguientes: – No callar, en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. – Hay que acometer reformas y muchos de los que reclaman los cambios, son los que los impiden.- Hay que actuar colegiadamente tras un serio debate y contra la curia. – La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios y nada debe impedir la verdad. – Hay que aspirar a soluciones regionales ya que es frecuente que el vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado.- Finalmente, el teólogo reclama la celebración de un concilio.

Sería interesante, desde luego, que los obispos manifestaran su opinión respecto a la carta; mucho más interesante que lo hiciera la curia romana; y aún muchísimo más que se manifestara Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.