Adiós al 2021, un año de catástrofes e incertidumbre: Filomena, el volcán de La Palma y la irrupción de la variante Ómicron

España deja atrás un año para olvidar marcado por las catástrofes naturales y una 'eterna' crisis del COVID, en el que también fue protagonista la escasez de suministros

Imagen de archivo de la erupción del volcán de La Palma.

EFEImagen de archivo de la erupción del volcán de La Palma.

Volcán de la Palma EFE

El año 2020 fue horrible para España y el mundo. La crisis del COVID impactó en la sociedad y la economía de una forma que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. El año 2021 estaba destinado a ser mejor, a pesar de la tercera ola, con el inicio de la vacunación y la recuperación económica, pero no pudo empezar peor, con una gran nevada que colapsó el centro peninsular, en especial Madrid, debido a la borrasca Filomena. Sin embargo, era la segunda mitad del año la que nos tenía preparada una serie de acontecimientos propios de una película de ciencia ficción, primero con la erupción del volcán de La Palma y más tarde con la rápida propagación de Ómicron, una nueva variante del COVID que nos tiene en alerta y nos llena de incertidumbre a las puertas de 2022, justo cuando parecía que nuestras Navidades iban a ser 'normales'. A este cóctel de pesadilla hay que añadirle una crisis de desabastecimiento, consecuencia de la escasez de microchips y los problemas en el transporte de contenedores, entre otras cosas, y un importante alza de los precios, sobre todo de la luz, en medio de rumores de un gran apagón por el colapso del sistema energético que todavía siguen presentes y que muchos todavía no descartan que se produzca. Lo que nos faltaba. ¿Puede 2022 'superar' a 2021?

La inoportuna llegada de Ómicron

La vacunación iba como un tiro, cada vez había menos contagios...Parecía, en definitiva, que todo volvía a la normalidad poco a poco y que las Navidades volverían a ser lo más parecidas a las de antes del COVID. Pero entonces llegó en la segunda mitad de noviembre la variante Ómicron, surgida en Sudáfrica. Y en menos de un mes, el pánico volvió a apoderarse de autoridades y ciudadanos asustados, no tanto por los síntomas y la mortalidad de Ómicron, que parecen menos graves, si no por su explosiva propagación, ante el temor de que se sature un sistema sanitario que debería haberse reforzado tras la experiencia pasada y que ha vuelto a pillar desprevenidos a los políticos. ¿La sensación?: que los que manejan el país y las comunidades no han aprendido nada. ¿La solución?: nuevas restricciones. Otra vez. Sexta ola. Suena a chiste, pero no tiene ninguna gracia.

Y es que, la imparable expansión de la nueva variante nos ha dejado un escenario de restricciones, incertidumbre y nerviosismo al que se suma el hartazgo de una población agotada que quiere volver a su vida, con precauciones pero sin que le tomen el pelo. Porque ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo sobre la gravedad de Ómicron. Hay incluso quienes vaticinan que la expansión es tan rápida que supondrá el fin de la pandemia. "Tengo la impresión de que Ómicron acaba con la pandemia. La tasa de infecciones es brutal, pero la gran mayoría con cuadros muy, muy leves. En Sudáfrica está bajando la incidencia igual de rápido que subió. Esto se acaba", ha dicho el neumólogo Javier Zulueta. Ojalá sea así. Es lo que parece, al menos, viendo los síntomas de una gran parte de los infectados.

Cataluña, a la cabeza de las restricciones más duras con limitación de aforos y horarios y toque de queda, y otras comunidades ya han dado el paso para frenar a Ómicron, que está desplazando a delta como la variante predominante. Otras, como Madrid, donde los test de antígenos incluso se han llegado a agotar en las farmacias, se resisten. Mientras, el Gobierno ha decretado para todos el regreso de la mascarilla al exterior, en una decisión tan polémica como desconcertante. Porque los restaurantes siguen llenos y ahí no hay mascarilla que valga. Y parece que la cosa irá a más según avancen los días, pues se prevé que lo peor en cuanto a contagios se refiere llegará tras las Navidades y las reuniones familiares. De momento, y esa es la noticia positiva, los hospitales y UCI aguantan. Otra cosa es la atención primaria, el rastreo de casos, etc. Eso sigue siendo, en general, ya sea por la falta de personal o por la incapacidad política, o con las dos cosas vinculadas, un auténtico despropósito. Al que tampoco contribuye que gente con un ligero catarro acuda alarmada a su centro médico, evitando una buena atención al que de verdad lo necesita.

omicron vacunación cataluña

España se encuentra actualmente en riesgo máximo de transmisión vírica, con decenas de miles de casos diarios. Con una incidencia de más de 1.000 casos diarios por 100.000 habitantes, la cantidad de contagios desde que comenzó la pandemia rebasa ya los 6 millones. Por su parte, el numero de fallecidos desde que comenzó la pandemia se acerca irremediablemente a los 90.000, según las cifras oficiales, que es más que probable que se queden muy cortas.

Como decíamos antes, todo esto ha pillado a los españoles con el pie cambiado, justo cuando parecía que mejoraba la cosa, lo que ha acrecentado la frustración en las calles, en las que se escuchan varias preguntas sin respuesta: ¿acabará esto algún día?, ¿habrá restricciones en un futuro cuando los contagios no vayan aparejados a casos graves?, ¿terminará siendo el COVID una enfermedad estacional como la gripe?

En el resto de Europa la cosa no anda mejor, también en medio de fuertes restricciones, aunque la tendencia varía de un país a otro. En Alemania, por ejemplo se ha frenado la incidencia y la mortandad, mientras que Francia y Portugal registran cifras récord.

Esta situación ha vuelto a provocar un gran impacto en el turismo en unas fechas clave con la cancelación de miles de vuelos y reservas hoteleras en todo el mundo, con nuevos 'vetos' y 'blindajes' de fronteras.

Y continúa creciendo la polémica sobre la idoneidad o no del certificado digital COVID para combatir la pandemia y respecto a la obligatoriedad de la vacunación a la vez que se acelera la tercera dosis.

En el ámbito de las vacunas, la Comisión Europea acordó con BioNTech-Pfizer agilizar la entrega de su vacuna contra el coronavirus a los países comunitarios, con lo que los Veintisiete recibirán 20 millones de dosis adicionales durante el primer trimestre de 2022.

Asimismo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) decidió que Novavax se convierta en la quinta vacuna contra el COVID en el mercado europeo, lo que de aprobarse llegaría un año después de la luz verde a Pfizer, la piedra angular de la campañas de vacunación europea.

Lo que mal empieza...

Y es que, lo que mal empieza mal acaba. Y el año empezó mal, en forma de una nevada histórica que dejó el sábado 9 de enero una estampa inédita, a la vez que preciosa en Madrid, pero que colapsó la ciudad a niveles nunca vistos, haciendo que transitar por algunas calles fuese misión imposible durante días y produciendo pérdidas económicas importantísimas. Veníamos entonces de unas duras Navidades con restricciones de movilidad por el COVID, en medio de la tercera ola. A pesar de ello, durante unos días la pandemia quedó relegada a un segundo plano por culpa de un enorme manto de nieve. 

Temporal filomena

Filomena, como así se llamó a la borrasca que provocó tal desastre, no solo afectó a Madrid. De hecho, el Gobierno se vio obligado a declarar zona catastrófica ocho regiones: la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Asturias, Aragón, La Rioja y Navarra.

La borrasca dejó muchas consecuencias, entre ellas cuatro muertos. Hubo cortes de carreteras, cancelaciones de trenes y múltiples cierres, entre ellos el del aeropuerto de Barajas, además de comercios y colegios. Y mucha gente se quedó atrapada, en la carretera, en un túnel, en su casa, dejando patente una vez más la solidaridad de los ciudadanos que, ya fuese con palas para quitar la nieve o con sus 4x4 para llevar al hospital a mujeres de parto o a personas con urgencias médicas, lograron minimizar parte del caos que reinaba en unas calles bloqueadas.

Las consecuencias económicas fueron devastadoras. Solo en Madrid, el Ayuntamiento calculó pérdidas por valor de 1.398 millones de euros. No en vano, Filomena se convirtió en el temporal más intenso en los últimos 50 años en España, que sepultó bajo la nieve una superficie de cerca de 256.000 kilómetros cuadrados.

Pero Filomena no fue la única catástrofe natural que vivimos en España. La nieve dio paso a fuertes lluvias para finalizar la primavera en Galicia, País Vasco y la Comunidad Valenciana, una situación que se volvió a repetir en septiembre y que se cebó con Toledo.

Y hubo más desastres, como los incendios de sexta generación, con capacidad para alterar las condiciones meteorológicas, como el de Sierra Bermeja (Málaga), con 10.000 hectáreas calcinadas, que puso de manifiesto que los fuegos evolucionan hacia fenómenos "virulentos", vinculados al cambio climático, difíciles de apagar y de controlar.

A lo largo de este año se han registrado además 20 grandes incendios forestales entre los que sobresale el de Navalacruz (Ávila), el cuarto más importante en la historia de España desde que se tienen registros y que arrasó 22.000 hectáreas.

Y es que, el año nos dejó un verano de lo más caluroso y largo con récords altas temperaturas en varios puntos de la geografía española, lo que propició el debate de la emergencia climática.

Tampoco se pueden olvidar en este 2021 los efectos provocados por las grandes DANA o gotas frías en el sur y este peninsular que sugieren, tal y como explica la Agencia de Meteorología, que en los días de precipitación más intensa llueve más que en décadas pasadas y que las lluvias torrenciales lo son más en la vertiente mediterránea peninsular.

Pero ni Filomena ni las tormentas han conseguido terminar con la sequía que sufre España, porque este 2021 arrastra una cifra de precipitaciones por debajo de lo normal, a consecuencia de lo cual el otoño ha sido más seco, con una situación preocupante de las cuencas hidrológicas del país.

Drama en La Palma

Volcán lava La Palma EFE

Pero por encima de todas las catástrofes naturales, hubo una que destacó sobremanera: la erupción del volcán de La Palma. Porque 2021 será recordado sobre todo por lo ocurrido en la pequeña isla canaria desde el 19 de septiembre hasta el día 25 de diciembre, en el que se dio oficialmente al volcán por 'apagado'.

Las alertas en La Palma saltaron aproximadamente una semana antes de la erupción, en el primer tercio de ese mes. Entonces la Red Sísmica Canaria que gestiona el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) detectó en apenas unos días más de 25.000 pequeños terremotos en el volcán de Cumbre Vieja de la isla. La mayoría de vecinos lo presagiaban y otros preferían no pensarlo. Pero, finalmente, el domingo 19 de septiembre a las 15.13 horas, el magma que empujaba bajo el suelo se abrió camino y el volcán entró en erupción. El resto ya es historia.

La erupción estalló en el municipio de El Paso, uno de los cuatro que estaban en alerta por riesgo volcánico. Una zona escarpada de pinares conocida como Cabeza de Vaca, sin viviendas en su círculo más próximo. Cuando el volcán rugió, las evacuaciones habían comenzado en esa localidad. También en Mazo, Los Llanos de Aridane y Fuencaliente. Los vecinos ya habían recibido charlas sobre cómo actuar ante la erupción. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que nada prepara al ser humano para una catástrofe natural de tal magnitud.

La primera semana fue traumática y dramática. Luego, el pesimismo se apoderó de los habitantes de la isla al ver que la erupción no terminaba.

Primero fueron dos, tres coladas, pero a lo largo del proceso eruptivo se contabilizaron más de una decena, varias de las cuales acabaron llegando al mar y formaron fajanas o deltas lávicos con los que La Palma ganó casi 50 hectáreas de terreno al océano, dejando impresionantes imágenes y vídeos del contacto del magma con el agua.

El caso es que la morfología de la isla ha cambiado con esta erupción, pero sobre todo la superficie de buena parte del Valle de Aridane, reconvertido en un inmenso malpaís que en algunas zonas supera los 30 metros de altura.

Ahora, y por fin, se puede decir que el volcán está apagado. El día de Navidad se dio oficialmente por finalizada la erupción con fecha 13 de diciembre, el día que cesaron las emisiones y el tremor, una vez transcurrido el plazo prudencial de diez días con el volcán en calma que se habían dado los científicos. En total, han sido 85 días y ocho horas de actividad.

No obstante, los datos son aterradores. Según datos del programa europeo de satélites Copernicus, un total de 2.988 construcciones han sido destruidas, 3039 sufrieron daños y la superficie de la isla afectada por el volcán alcanza las 1.241 hectáreas, dato que el Pevolca establece en 1.193 hectáreas.

El Gobierno ha anunciado medidas por valor de 399,7 millones y asegura que ya ha movilizado 138 millones de esas ayudas. Pero los vecinos demandan más rapidez.

Uno de los grandes retos del proceso de reconstrucción es precisamente dónde se ubicarán definitivamente las personas que perdieron su hogar y definir el uso de todo este terreno invadido por las coladas.

No hay que olvidar que barrios enteros como Todoque o El Paraíso desaparecieron bajo la lava y otros como La Laguna fueron parcialmente atravesados por lenguas basálticas a más de 1.000 grados y de hasta 10 metros de altura, si no más. Más de 2.300 personas vivían dentro del perímetro del volcán y de las coladas y se han quedado sin hogar.

Además, fueron evacuadas más de 7.000 y está por ver cuántas podrán regresar a sus viviendas (las que han quedado en pie) y cuándo, pues sigue habiendo riesgo por la presencia de gases nocivos y algunas estructuras se podrían haber visto comprometidas.

Ahora que se acabó la erupción queda lo más difícil: definir estrategias, determinar prioridades, ejecutar lo presupuestado y aumentar la cuantía de las ayudas si fuera necesario para dar cumplimiento a lo prometido por el presidente Pedro Sánchez y también por el rey Felipe VI cuando visitaron la isla. "No lo vamos a olvidar y costará mucho volver a la normalidad, pero La Palma saldrá adelante".

Crisis de suministros

A este panorama desolador se suma, vinculado con el COVID, una crisis de suministros que se alargará en los próximos meses y que provoca que, a día de hoy, haya productos que es imposible conseguir y otros para los que hay ponerse en lista de espera.

El origen de este problema parte de la rápida recuperación de la demanda mundial tras la primera ola, la mala meteorología en Taiwán o Texas que afectó a la producción de chips, y el bloqueo del canal de Suez al encallar el buque Evergrande,

La explosión de los pedidos, propiciada por el teletrabajo, entre otras cosas, disparó el precio de los contenedores para el transporte marítimo y, unida a la falta de personal, encareció y dificultó el transporte del que depende el 80% del comercio mundial.

La que algunos expertos han bautizado como "tormenta perfecta" hizo que muchas industrias europeas agotaran sus reservas de madera, plástico, metales, medicinas u otras materias primas, obligando a ralentizar o paralizar la actividad en ciertos sectores como el automovilístico. Y todo esto afectó a los microchips, por la escasez de semiconductores, fundamentales para que funcionen los coches, los teléfonos móviles, las videoconsolas, etc.

¿Y se nota el desabastecimiento en las tiendas? Sí y no. "No va a haber desabastecimiento. No es una opción que nos estemos planteando", dijo David García, portavoz de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED), preguntado por este medio en noviembre ante la proximidad del Black Friday y la Navidad. En declaraciones a Republica.com, García dejó claro que estas campañas de tanto consumo se planifican con un año vista y que no habrá problemas de stock, "más allá de algún producto puntual", ya que además las empresas trabajan con un "surtido amplísimo de productos" que garantizan que siempre haya alternativas.

La realidad sin embargo, aunque no es tan cruda como se preveía, es tozuda, porque los precios o han subido o no son tan competitivos como antes y algunos productos, sobre todo tecnológicos, no están en 'stock'.

A día de hoy es muy complicado conseguir por ejemplo la PlayStation 5 de Sony o la Xbox Series X de Microsoft. También hay lista de espera para comprar determinados modelos de coches, entre ellos los de Seat y Ford, y también algunos productos de Apple y otras empresas tecnológicas.

Lo mismo pasa con los juguetes. Porque la escasez de microchips, componentes y otras materias primas, así como el encarecimiento de los fletes (que se ha multiplicado por cinco), pero también el brutal aumento del precio de la energía, ha elevado en los últimos tiempos del 20 al 40% los costes de los fabricantes españoles. Y eso lo notará el bolsillo de los Reyes Magos.

Ese atasco en las cadenas de suministros amenaza así con convertirse en un lastre para la recuperación económica, según anticipan los analistas. El Banco de España, por ejemplo, cree que puede restarle entre 0,5 y 0,9 puntos al crecimiento del PIB español.

La situación ha sido una llamada de atención para una Unión Europea, que tiene la digitalización como objetivo primordial, pero representa solo un 9% del mercado mundial de chips y depende de Asia para su fabricación. Ahora, la estrategia europea para revertir la situación pasa por atraer la producción a su territorio y diversificar los suministros. También, la UE tiene como objetivo construir una megafábrica de chips en la UE.

A esto se suma una de las grandes preocupaciones de los españoles: la subida de la luz. La energía mueve el mundo y cuando la economía empezó a despertar del letargo del coronavirus, la alta demanda, especialmente en Asia, empezó a disparar los precios del gas y la electricidad, pero también del petróleo y el carbón.

Sumado a un mal año meteorológico para la generación renovable, a las tensiones geopolíticas con Rusia como protagonista, a la caída de las inversiones en el sector energético durante la parálisis vírica y al alza del precio por tonelada de CO2 emitida en la Unión Europea, el mundo, y la UE en particular, asiste a una crisis energética que no se conocía desde los años setenta. Y que repercute en ciudadanos y empresas, a pesar de las medidas del Gobierno para combatir el alza.

¿Gran apagón?

Este encarecimiento de la energía, producido porque básicamente hay más demanda que oferta, ha llevado a que sean muchos los que teman un gran apagón que deje el país, y Europa, en la penumbra, con todo lo que supone.

Países como Alemania y Austria ya han advertido de la posibilidad de que ocurra y preparan a la población para ello. Sin embargo, desde el Gobierno desoyen de momento estas teorías. Eso sí, la Comunidad de Madrid ya se prepara para ello con un plan. El Gobierno de Ayuso insta al Ejecutivo central a activar los "mecanismos" por si se produce una "crisis de desabastecimiento". "No queremos alarmar, pero hay posibilidades", dicen desde el Ejecutivo regional. Y es que no hay que ser muy inteligente para saber que si se produjese ese gran apagón provocaría directamente el caos en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología. Ni qué decir tiene lo que sucedería en los supermercados españoles.

Los expertos españoles no ven posibilidades sin embargo de que se produzca un gran apagón. Según el responsable del Programa de Clima y Energía del Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano, España es uno de los países más seguros en materia de suministro energético de Europa y por tanto, uno de los menos expuestos a la posibilidad de que se produzca un apagón prolongado.

"Las posibilidades de que podamos tener un gran apagón o una crisis de suministro en España son muy reducidas", explicó en una entrevista con Efe este experto en la materia, argumentando que el sistema gasista español está "muy experimentado" y "muy bien gestionado", y cuenta con "muy buenas capacidades" y unas "reservas estratégicas y operativas para más de 40 días".

Con escepticismo respecto a este asunto se expresó también el profesor del área de Empresa de la Universidad Europea de Valencia y experto en suministro energético Roberto Gómez-Calvet. "La posibilidad de un apagón eléctrico en España no tiene fundamento y que el Gobierno de Austria haya alertado a su población del peligro de que se produzca uno a escala europea es una amenaza apocalíptica que, si bien es posible, no es probable", dijo en declaraciones a Europa Press.

"No he llegado a entender ese mensaje, está fuera de contexto. Los reguladores eléctricos de Europa son los mejores del mundo", opinó el académico acerca de la alerta lanzada por las Fuerzas Armadas austríacas.

Gómez-Calvet apuntó que en España existen diversos mecanismos para que, en caso de un desabastecimiento energético, este no llegue a concretarse en un apagón generalizado en las ciudades o en los hogares.

Esperemos que lleven razón estos expertos, porque sería lo que nos faltaba para completar el año o empezar el 2022 de la peor manera.

Adiós, 2021, no te vamos a echar de menos.

Sobre el autor de esta publicación

Arturo Carretero

Arturo Carretero (Madrid, 1985) es licenciado en Periodismo. Empezó a dar pasos en la profesión como redactor del teletexto de Cuatro y LaSexta. Posteriormente llegó a Estrella Digital, donde cubrió la información de sociedad y, más tarde, la de política nacional desde el Congreso de los Diputados. En 2011 desembarcó en República.com, donde trabaja como redactor en varias secciones, empleo que ha compaginado con diferentes proyectos, como el blog de viajes Viajealsol.com